La berrincheta de John Ackerman con la selección de candidatos para el INE trajo noticias malas y noticias buenas.

Las malas tienen que ver con que el despropósito del ya no sabemos si doctor doctor, que exigió que los diputados revocaran el proceso de selección de candidatos sobre el argumento de que los elegidos “no huelen a pueblo”, tuvo mucha más resonancia de la que tendría en un país sano. En efecto, la exigencia, disparatada para empezar porque los elegidos lo fueron por una amplia mayoría, hubiera sido un atentado contra las leyes. Pero es que además sabemos todos que su candidata era muy, muy cercana a su esposa, Irma Eréndira Sandoval, la secretaria de la Función Pública, en el enésimo intento, éste inusualmente fallido, porque vaya que le saben al negocio de poner en nómina a parientes y carnales. Claro que todo empezó mal, porque a Ackerman, de entrada, se le impuso en un comité en el que no tenía nada que hacer ni por su formación, ni por su cercanía explícita con el Gobierno, ni por las pulsiones antidemocráticas que implican defender, según hace frecuentemente, a regímenes como el chavista. Y sin embargo, ya digo, el disparate tuvo un apoyo no desdeñable entre los diputados.

Y es que, en efecto, hay un núcleo duro del morenismo que le apuesta a la vía igualmente dura. Porque lo mismo se atreven a exigir el descabezamiento de Ricardo Monreal, otra vez contra la ley, que insultan o calumnian a la prensa disidente, que arremeten de forma reiterada contra el INE, que hacen conatos de dinamitar la propiedad privada. Sorprendentemente, porque no es que la cuota de inteligencia argumentativa sea muy alta, ese núcleo logra hacer ruido.

La buena noticia es que esta embestida tuvo una respuesta contundente no ya de la oposición, que como sabemos anda en horas más que bajas, sino de la propia bancada morenista. No podemos descartar nada, y puede que un día amanezcamos con la noticia rarísima de que el ackermanazo prosperó. Éste es el país de uno, y ese uno luego se deja ir sin pudores por esos caminos. Pero a la hora de teclear estas líneas, esa posibilidad parece remota. En efecto, el grueso de los legisladores de la 4T se manifestó por apoyar un proceso de selección que, también en efecto, fue impecable.

No es poco. Lo que hicieron esos diputados, por las razones que sean, fue defender nuestro derecho a frenar el año que viene, con votos, un “proyecto de país” que nos lleva, desde ya, al desastre. O sea, defendieron, por una vez, la democracia. Ojalá que se mantengan firmes.

 

                                                                                                                                                @juliopatan09