Adrian Trejo

Hace unos días le comentamos en este espacio sobre la proclividad del presidente Andrés Manuel López Obrador a exhibir en público a sus secretarios de Estado cuando lo que han declarado va contra su forma de pensar.

 

Ayer le tocó turno, nuevamente, al secretario de Hacienda, Arturo Herrera y al coordinador de los diputados de Morena, Mario Delgado, quien pertenece a otro poder presuntamente autónomo pero que sabemos obedece las órdenes que salen de Palacio Nacional.

 

Lo de Herrera ya está para pensarse.

 

El secretario de Hacienda había dicho el martes, que la generalización del uso del cubrebocas serviría para acelerar la recuperación económica, en el entendido de que la medida es necesaria para contener los contagios.

 

Desde su púlpito mañanero, López Obrador descalificó lo dicho por el encargado de las finanzas del país.

 

“Me parece desproporcionado’’, dijo sobre las declaraciones de Herrera.

 

“Si del uso del cubrebocas dependiera la recuperación de la economía, me lo pongo inmediatamente’’ y obligó a Herrera a que se retractara.

 

“Fue una alegoría’’, dijo el sonrojado funcionario de Hacienda.

 

En otras condiciones, un funcionario de ese nivel habría renunciado a la primera descalificación de su jefe el Presidente.

 

Si el jefe del Ejecutivo no cree en una declaración congruente con la realidad que vive el país, ¿cómo podrá creerle a la hora de presentarle las cifras de las finanzas públicas?

Pierde credibilidad el funcionario y también el Presidente; lo exhibe pero lo mantiene.

 

Herrera no merece ese trato; tendría que buscar ya nuevos horizontes.

 

Lo de Mario Delgado fue una exhibición gratuita; literalmente, el Presidente le quitó la escalera y lo dejando colgado de la brocha.

 

Si ya le costaba mantener su endeble liderazgo, el hecho de que su jefe -porque esa es la realidad-, le reclamara que se convocó a un periodo extraordinario “nada más’’ para votar a los consejeros del INE sin incluir ninguna de las iniciativas que les ha mandado, tuvo la equivalencia de arrojarlo al foso de los leones.

 

Pese a ello, Delgado sacó por consenso el nombramiento de los cuatro consejeros del INE, votados en el pleno por una mayoría casi absoluta, lo que debe valerle un reconocimiento… de la oposición.

 

Como sea, López Obrador echó al bote de la basura la máxima que dice que un jefe debe regañar en privado y reconocer en público a sus subalternos para generar un ambiente de trabajo cordial.

 

Lo entendió al revés.

 

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Entre los destinos de la Mañanera, la votación de los consejeros electorales y el regreso sin gloria del avión presidencial -después de 19 meses de gastos millonarios por mantenimiento-, pasó desapercibida una modificación a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público.

 

La Comisión de Transparencia y Anticorrupción que preside el petista Óscar González Yáñez, aprobó la adición de un párrafo al artículo primero de la citada Ley para que el Gobierno pueda comprar medicamentos en el extranjero sin ningún tipo de licitación u otro impedimento.

 

Los laboratorios nacionales trataron sin conseguirlo que el dictamen fuera pospuesto, pero fracasaron en su intento por detener la discusión.

 

Perooo no vaya a creer que se trata de un ajuste a la Ley para respaldar las intenciones del Presidente de “castigar’’ a laboratorios y distribuidores que “se portaron mal’’ en otras administraciones.

 

Veremos cuál será el efecto de esta decisión en el empleo y la inversión privada.

 

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Emilio Lozoya no es testigo protegido, Emilio Lozoya no es testigo protegido, Emilio Lozoya no es testigo protegido, Emilio Lozoya oficialmente no es testigo protegido

 

Pero eso ya no ocurre en este Gobierno. ¿O sí?