Aunque el pleno de la Cámara de Diputados haya votado a favor de los cuatro perfiles propuestos por la Junta de Coordinación Política (Jucopo) para completar el Consejo General del INE (CGINE), yo esperaría un lapso prudente para cantar victoria de la razón ante el extremismo.

De entrada, una de las prioridades de los cuatro nuevos consejeros electorales será la que, por consigna de los diputados ultras, tendrán que cumplir: bajar los salarios de los funcionarios del INE -lo cuál es no sólo correcto en lo político sino en términos de democracia-, pero al final se trata de una instrucción que habrán de llevar al CGINE.

Solo recordemos que, de los 20 aspirantes, siete de ellos fueron entrevistados por la fracción parlamentaria de Morena y de ahí, cuatro son ahora los consejeros electorales.

Sin embargo, de las dos mujeres y los dos hombres que ganaron la nominación -Norma Irene de la Cruz, Carla Astrid Humphrey, Martín Faz y Uuc-kib Espadas- Humphrey no es del todo bien vista por la ultra. En su cuenta de Twitter, John Ackerman tuvo palabras de apoyo para De la Cruz, Espadas y Faz. Para la exconsejera electoral del Distrito Federal, la descalificó como representante del PRIAN, aunque era cercanísima colaboradora de Santiago Nieto.

Yo confío en que la independencia con la que han calificado diversos actores políticos a Irene de la Cruz, a Uuc-kib Espadas y a Martín Faz se mantenga ante el muy probable acoso de la ultra para beneficiar a los intereses de ese grupo.

La “derrota” de Ackerman y Dolores Padierna, junto con un puñado de diputados de Morena y del PT bien calificados por Porfirio Muñoz Ledo como golpistas, yo no la veo como una victoria de las fuerzas democráticas ante la intención de ese grupo de adueñarse del árbitro electoral.

Lo que vimos en el proceso de selección de los consejeros electorales fue una escaramuza de lo que se vendrá en las elecciones del 2021. Con la descalificación de Ackerman al proceso que concluyó en la designación de los consejeros electorales, dio inicio la descalificación, a priori, del proceso electoral del 2021.

Dirían los clásicos, espero equivocarme, pero, a lo largo de nuestra historia reciente, esos grupos ultras en el PRD, en los gobiernos en los que han participado o como ciudadanos, ¿han dejado un buen ejemplo y/o han redituado buenas cuentas a la sociedad?

A los ultras los liga el deseo de acumular poder, y la transformación que ellos pretenden no es en beneficio de México, sino de intereses ajenos a los mexicanos.

La ultra traiciona al presidente López Obrador y a su proyecto para transformar a México.

La Letrina. Luego de lo que vieron en el proceso del INE, ¿se imaginan a la ultra exigiendo candidaturas en Morena y el PT?

 

                                                                                                                                                      @Fercoca