El presidente del Líbano dijo el viernes que la investigación sobre la mayor explosión en la historia de Beirut examinará si fue causada por una bomba u otra “interferencia externa“, mientras los residentes intentaban reconstruir sus vidas tras el estallido.
La búsqueda de desaparecidos se ha intensificado, mientras los rescatistas remueven los escombros en una lucha contra el tiempo para encontrar a algún sobreviviente tras la explosión del martes, en la que murieron al menos 154 personas y unas cinco mil resultaron heridas, además de quedar destruida parte de la ciudad.
“La causa no ha sido determinada aún. Existe la posibilidad de una interferencia externa a través de un cohete o una bomba u otro acto”, dijo el presidente Michel Aoun en comentarios publicados por medios locales y confirmados por su oficina.
Asimismo, señaló que también se analizará si la explosión fue por negligencia o un accidente. Con anterioridad había dicho que había material altamente explosivo almacenado en condiciones inseguras durante años en el puerto y una fuente afirmó que una pesquisa inicial apuntó a una negligencia en el almacenamiento del material explosivo.
Si bien Estados Unidos ha señalado que no se descarta un ataque, Israel, que ha combatido varias guerras contra Líbano, negó haber jugado algún papel en el incidente. El presidente turco, Tayyip Erdogan, dijo que la causa no está clara, pero comparó la explosión con un bombardeo ocurrido en 2005 que causó la muerte del ex primer ministro Rafik al-Hariri.
Sayyed Hassan Nasrallah, líder de la poderosa organización libanesa Hezbolá, negó lo que calificó como comentarios “preconcebidos” tanto en el país como en el extranjero sobre que el grupo chií respaldado por Irán tenía armas almacenadas en el puerto.
“Incluso si un avión chocó, o si fue un acto intencional, si este nitrato estuvo en el puerto durante años de esta manera, significa que parte del caso es absolutamente negligencia y corrupción”, sostuvo.
Furia en las calles
Las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos contra una multitud indignada que se congregó en Beirut la noche del jueves, mientras crece la ira contra la elite gobernante, que ya luchaba contra un colapso económico antes de la explosión.
La manifestación, en la que algunos lanzaron piedras, marcó el retorno de unas protestas que se han hecho habituales en Beirut, mientras los libaneses ven cómo se evaporan sus ahorros y se desintegra su moneda.
“Es imposible que podamos reconstruir esta casa. ¿Dónde está el Estado?”, dijo Tony Abdou, un desempleado de 60 años.
Su casa familiar está en Gemmayze, un distrito situado a pocos cientos de metros de los almacenes donde estaban guardadas desde hace años 2.750 toneladas de nitrato, una bomba de relojería junto a una zona densamente poblada.
Una fuente de seguridad y medios locales dijeron previamente que el incendio que causó el estallido fue iniciado por unos trabajos de soldadura en el almacén.
Voluntarios recogieron escombros de las calles de la capital libanesa, que todavía tiene cicatrices de una guerra civil que se prolongó entre 1975 y 1990.
“¿Realmente tenemos un gobierno?”, dijo el taxista Nassim Abiaad, de 66 años, cuyo vehículo fue aplastado por los escombros. “Ya no hay forma de ganar dinero”.
TFA