BRASILIA/RIO DE JANEIRO.- El número de muertos en Brasil por la enfermedad Covid-19 superó los 100 mil el sábado y siguió subiendo en un momento en que la mayoría de las ciudades brasileñas vuelven a abrir sus tiendas y restaurantes pese a que la pandemia aún no ha alcanzado su máximo en el país.
Brasil, que se enfrenta a su brote más letal desde la gripe española de hace un siglo, notificó sus primeros casos del nuevo coronavirus a finales de febrero. El virus tardó tres meses en matar a 50 mil personas, y solo 50 días para matar a las siguientes 50 mil.
Bajo la dirección del presidente Jair Bolsonaro, que ha minimizado la gravedad de la epidemia y se ha opuesto a los confinamientos impuestos por las autoridades locales, los brasileños, que protestaron todas las noches desde sus ventanas en los primeros meses del brote, se enfrentan a este sombrío récord encogiéndose de hombros.
“Deberíamos vivir en un estado de desesperación, porque esta es una tragedia como una guerra mundial. Pero Brasil está bajo anestesia colectiva”, dijo el doctor José Davi Urbaez, miembro de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas.
Él y otros expertos en salud pública han criticado que Brasil aún no tenga un plan coordinado para combatir la pandemia, mientras muchos dirigentes se centran en la “reapertura”, que probablemente aumente la circulación y empeore el brote.
El ministerio de Salud reportó el sábado 49.970 nuevos casos confirmados y 905 muertes en las últimas 24 horas, elevando el número de casos a más de 3 millones y el saldo de muertos a 100.477.
La Corte Suprema y el Congreso de Brasil, instituciones que han criticado el manejo de la pandemia por parte de Bolsonaro, respectivamente declararon tres y cuatro días de duelo nacional por los 100 mil muertos. El presidente no hizo comentarios públicos.
Dos ministros de sanidad, ambos con título en medicina, han dimitido por diferencias con Bolsonaro. El ministro en funciones es un general del ejército que ha abandonado el llamamiento al distanciamiento social, que según los expertos es esencial, pero que el presidente considera innecesario.
Bolsonaro, que ha calificado la COVID-19 de “pequeña gripe”, dice que se recuperó de su propia infección gracias a la hidroxicloroquina, un fármaco antipalúdico que sigue sin estar probado contra el coronavirus.
“No sabemos dónde se detendrá, tal vez en 150 mil o 200 mil muertes. Solo el tiempo mostrará el impacto total del virus aquí”, dijo Alexandre Naime, jefe del departamento de enfermedades infecciosas de la Universidad Estatal de Sao Paulo.
Naime dice que la situación solo es comparable a las enfermedades traídas por los colonizadores, como la viruela, que diezmaron las poblaciones indígenas cuando los europeos llegaron por primera vez a las Américas.
Aunque esa es una historia del pasado, Urbaez dice que Brasil hoy parece igualmente resignado a las muertes futuras de COVID-19.
“El mensaje del Gobierno hoy es: ‘Contágiate del coronavirus y, si es grave, hay cuidados intensivos’. Eso resume nuestra política actual”, dijo Urbaez. (Información de Lisandra Paraguassu en Brasilia y Pedro Fonseca en Río de Janeiro; escrito por Anthony Boadle; Traducido por Tomás Cobos y Gabriel Burin)