El Gobierno de Egipto renueva la Plaza Tahrir; el espacio ocupado hace una década por manifestantes contra el régimen de Hosni Mubarak cuenta hoy con monumentos faraónicos y guardias de seguridad privados.
Los funcionarios dicen que están mejorando la plaza para que esté en línea con las de Europa, y su remodelación, que incluye nueva iluminación, ha atraído elogios en las redes sociales.
Pero los críticos dicen que el proyecto parece diseñado para reforzar el control de un espacio público simbólico y evitar futuras protestas. Algunos arqueólogos se han mostrado preocupados por la conservación de cuatro esfinges de arenisca colocadas en una concurrida rotonda.
“Creo que el mensaje principal es que la gente no pertenece a la plaza y la plaza no pertenece a la gente. Esta es una plaza que pertenece al Estado”, dijo Khaled Fahmy, profesor de historia de la Universidad de Cambridge que participó en el levantamiento del 2011 y dirigió un comité oficial para documentarlo.
La Plaza Tahrir está cargada de simbolismos, y se convirtió en un lugar conocido a nivel mundial como la cuna de la revuelta que derrocó a Mubarak en 2011.
Dos años después, una gran multitud se congregó en la plaza una vez más para presionar y luego celebrar la destitución de Mohamed Mursi, el primer presidente libremente elegido de Egipto, a manos de Abdel Fattah al-Sisi, el entonces jefe del Ejército.
Los partidarios de Sisi ven los hechos del 2013 como una corrección que le permitió ganar la presidencia un año después y estabilizar el país.
LEG