La filtración de un audio del secretario de Medio Ambiente, Víctor Manuel Toledo, es un extraño objeto que la oposición no sabe qué hacer con él. Creen que con ello pueden fortalecer los argumentos para que la gente deje de creer en el proyecto de la 4T. Saben que usando esas palabras del secretario podrían ganar algo, pero no saben ni siquiera cómo usarlo.
Pero una situación es la falta de coordinación de una oposición que no sabe por dónde empezar a serlo, porque está acostumbrada a ejercer el poder, de frente o indirectamente, y otra que no haya orden en el gabinete. Hasta el momento el Presidente ha sido respetuoso con los otros dos poderes, lo cual no ha sido fácil, sobre todo porque la mayoría de la población vivió muchos años bajo un poder absoluto donde el jefe del Ejecutivo estaba sobre el Poder Judicial y el Legislativo.
Pero ahora debemos darnos cuenta de que una secretaría de Estado forma parte de la Presidencia de la República, porque es necesario darse cuenta de que quienes encabezan una dependencia del gobierno con el nombre de Secretaría están bajo las órdenes del presidente. Él es su jefe inmediato.
Así, Víctor Manuel Toledo Manzur, secretario de Semarnat, revela en ese audio una “grilla interna” en el gabinete, lo cual en realidad no es ninguna novedad en la política mexicana, pero si es verdad que todo cambia esto no debe suceder.
Los secretarios de Estado deben obediencia al Presidente, pero, sobre todo, coincidir con los lineamientos de su política, en este caso de la Cuarta Transformación. Por lo menos Toledo no lo ha hecho, como tampoco lo hizo el exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quien renunciara el 9 de julio de 2019. Chocan conceptos, intereses, perspectivas, etc. Así también lo hizo el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, quien renunció el 23 de julio de este año, al no estar de acuerdo con la vigilancia de las Fuerzas Armadas en los puertos y las aduanas.
Es decir, todo presidente de la república ha hecho cambios en su gabinete desde los primeros meses de su gobierno. Las razones reales pocas veces se conocerán, y es por esto por lo que debe llamarnos la atención la falta de disciplina en un proyecto que no implica solamente un cambio de gobierno, sino que propone un nuevo régimen.
El presidente de la República debió escoger, desde meses antes de la toma de posesión, a una serie de hombres y mujeres que tuvieran puesta la camiseta y no estuvieran dudando sobre los efectos o posibles repercusiones de una política con la que ellos no coincidían.
Y si en realidad no estaban de acuerdo deben comenzar por decirlo frente a frente a su jefe, y renunciar, o por lo menos tener la piel más dura que caracteriza a los verdaderos políticos, y no lavando la ropa sucia en casa ajena.
Lo cierto es que la confianza del jefe del Ejecutivo respecto a sus subordinados es tanta que cometió un error al no supervisar, desde un principio, el trabajo de quienes eligió para acompañarlo por seis años y no sólo por la tercera parte de su mandato.
Pero no sólo debió conocerlos muy bien porque son sus compañeros de proyecto, sino investigar las causas de sus diferendos una vez que muestran descontento con las responsabilidades atribuidas. Investigar no quiere decir que estén en camino a la cárcel, sino saber las verdaderas causas de un descontento que nunca debió suceder.
También debemos reconocer que hay personajes, como Toledo Manzur, que nunca habían tenido un cargo público. Pasa de la investigación académica al fragor de las batallas de la alta burocracia, y eso es fatal cuando se tiene la piel muy delgada.
Toledo denunció presiones de las que es sujeto por parte de Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia; de Víctor Villalobos (Sader), de Rocío Nahle (Sener) y de Olga Sánchez Cordero (Segob). A menos que en su esfera de cristal de la investigación académica no se conozca el organigrama de la política mexicana puede llamarse a sorpresa frente a las presiones que acusó en la filtración, y no resulta muy congruente su actuación de las aulas o el laboratorio de ideas, que es evidente chocan con la realidad, por muy brillante que pueda ser como investigador.
Ser secretario de Estado requiere de mucho más que conocimientos, y esto deberá ser de ahora en adelante importante para el presidente de la República. Se hace política, desde luego, con conocimiento, pero en la práctica hay diariamente retos que deben vencerse con algo más que conocimientos teóricos y mucho más que convicciones.
“La 4T como un conjunto claro y acabado de objetivos, no existe. Por el contrario, este gobierno está lleno de contradicciones. Se expresa en luchas de poder al interior del gabinete”, esta fue la frase que más utilizaron los medios para enfrentar al titular de la Semarnat con el presidente de la República.
Situación que, al parecer, todavía no tiene repercusiones. El Presidente es muy permisivo con sus allegados y esto también debe marcar la diferencia con el pasado.
Por su parte, una vez descubierto el investigador de la UNAM sobre su queja debió renunciar por dignidad, porque la denuncia soterrada es el principio de la traición. PEGA Y CORRE. – Ahora es el exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien es investigado por la Secretaría de la Función Pública tras detectar un incremento inexplicable de 14 millones 57 mil 404 pesos en su patrimonio. De esta manera parecen muy lógicos los amparos interpuestos por él, su esposa y su hijo. Ahora deberán también ampararse otros miembros de su familia, y sus amistades… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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