@guerrerochipres
El 2020 ya había empezado con la unión de la voz de mujeres y hombres para exigir, a nivel global, un alto a la violencia de género. El feminicidio es su más terrible expresión, pero las agresiones contra las mujeres suceden cotidianamente, encubiertas en costumbres y bromas.
Desde Chile, la coreografía de protesta “El violador eres tú” tomó las capitales mundiales: el impulso del #8M y el #9M solo fue pausado por el aceleramiento de la pandemia que nos mantiene en el confinamiento. Pronto, encontramos que ese mismo aislamiento significaba para millones de mujeres, desde China hasta México, el encierro con su agresor.
Hace algunas semanas, el Consejo Ciudadano y la organización Pozo de Vida lanzamos una campaña provocadora: “Nadie nace macho”, la cual se basa en la idea de que el machismo se aprende y por lo tanto, alguien lo enseña, como toda forma de convivencia culturalmente validada.
En su video de disculpa, el senador Samuel García dice que nadie le enseñó a ser feminista y lamenta que “mil actos de amor se derrumban con una frase estúpida” —una lógica típicamente machista— aludiendo al episodio en el que le reclama a su esposa que enseña de más.
Desde la Ciudad de México, y con el liderazgo de mujeres como la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, la fiscal Ernestina Godoy y la titular de la Secretaría de las Mujeres, Ingrid Gómez, se ha manifestado un claro objetivo y acciones para facilitar el acceso a la justicia e información para asegurar a todas que no están solas en su lucha, que es de todos. De hombres y mujeres.
No son bromas ni “una mala costumbre que tenemos muchos hombres”. En el trasfondo de la indignación colectiva en reacción al tropiezo público del senador por Movimiento Ciudadano subyace una reflexión profunda sobre la educación sentimental consolidada en el machismo. Hay un síntoma cultural que debe atenderse.
Nuevo León, el estado que aspira a gobernar García, es el tercero con más violaciones, el tercero con más presuntas víctimas mujeres por Trata de Personas, el cuarto en feminicidios y el quinto en delitos sexuales, de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Además, registró un aumento de 143% en junio en casos de violencia familiar y de género, según el reporte Operación de Puertas Violeta ante la contingencia por Covid-19.
Cualquier escala de violencia machista es una señal de alerta. El cuerpo es un territorio que nadie más tiene derecho a dominar o colonizar, al igual que un Estado es un territorio autónomo.
El respeto al cuerpo individual es también el respeto a la colectividad del Estado; el respeto individual en lo privado es el respeto colectivo en lo público. O, en otras palabras, el daño hacia el cuerpo de una mujer, parafraseando a la investigadora feminista Rita Segato, representa las heridas de todo el territorio de América Latina.
Un solo acto de machismo puede revelar por completo una construcción cultural. Pero un solo acto, nuestro acto, también tiene el poder de cambiar las cosas. Cada quien elige qué enseñar.