Esta semana al sector obrero nos regalaron varias horas de carcajadas que se extendieron hasta el empresarial. Me refiero a que llegó a nuestras manos una publicación donde Napito narra su historia de vida, todo un melodrama en donde una vez más se dice víctima del sistema y perseguido político, versión que hemos escuchado infinidad de veces y que por supuesto nadie cree.

Lo cómico fue que en esta ocasión Napito llevó a un grado más allá la pérdida de realidad por la cual atraviesa y dejó ver que padece una marcada demencia senil, y es que se autodenominó “héroe del sindicalismo mundial”, ya que aseguró que así lo conocen en el mundo, hecho que en definitiva nos arrebató más de una risa y por supuesto, nos llevó a la reflexión.

Contar cuentos chinos o canadienses y llegar al punto de decir que alguien que ha sido acusado en varias ocasiones por extorsionar y desfalcar a sus propios agremiados es un “héroe del sindicalismo”, es una aberración y ofensa para la lucha obrera.

El sindicalismo en México lleva más de 148 años, y engloba una lucha constante de mujeres y hombres por ganar, defender y hacer valer los derechos laborales. Los sindicatos tienen la obligación de buscar mejores condiciones de vida, priorizando la viabilidad de las empresas y la conservación de las plazas laborales, además de trabajar por el bien común.

Un líder sindical no debe heredar la silla, ésta se gana, sale de la base trabajadora, es elegido y apoyado por los compañeros. En el caso de Napito, a la muerte de su padre solo se dedicó a sacudir la silla y sentarse. Su carrera en el sindicalismo inició de la mano de la violación de los estatutos de la organización, ya que él nunca fue minero y ese es un requisito indispensable para ocupar la dirigencia nacional.

Sí, en algo tiene razón, su historia es única, no hay líder sindical minero que haya sido perseguido por décadas por la malversación de 55 millones de dólares en perjuicio de los trabajadores y sus familias, es un hecho sin precedentes y vergonzoso.

Napito es el padre de la contratación por medio de la tercerización. Impuso en la minería este tipo de esquema y por años ha recibido millones de pesos de las empresas por este concepto, dinero que no reporta a los agremiados.

La historia de Napo cuenta la muerte de 65 mineros de Pasta de Conchos. Días después del suceso huyó a Canadá dejando en el abandono a las familias de los trabajadores, argumentado que formaban parte del esquema de subcontratación que él mismo avaló, de esta manera se deslindó de toda responsabilidad.

Por más de una década, Gómez Urrutia vivió en Canadá en pleno lujo, tiempo en el que mínimo cinco integrantes del sindicato le llevamos 10 mil dólares por persona para sus gastos, el dinero salía de los fondos sindicales.

La vida del senador de Morena, nada tiene que ver con el sector obrero. Napoleón Gómez Urrutia no es conocido por ser un héroe sindical, por el contrario, a nivel mundial se conocen sus delitos y malas gestiones. La prensa nacional y la extranjera han dado cuenta de la verdadera historia que por supuesto no contó en esta ocasión.

En sus historias todo es falso, incluso su nacionalidad mexicana a la cual renunció.

Para nada el sindicalismo mexicano tiene que ver con este personaje. La historia debe ser contada con todas sus páginas y de manera real. Napoleón Gómez Urrutia debe entender que así se cuente mil veces una mentira, ésta nunca se volverá verdad.

                                                                                                             @CarlosPavonC