Hace aproximadamente un mes, distintos medios comenzaron a publicar una noticia que, si bien parecía sorpresa, en realidad era un reflejo de la situación social del país que ha cargado durante siglos y décadas. Según las notas, aproximadamente siete de cada diez víctimas del Covid-19 eran personas que únicamente contaban con la escolaridad de primaria o inferior, por otro lado, aquellas personas que no desempeñaron algún empleo al momento de la defunción sumaban el 46 por ciento de las defunciones y, por último, más de la mitad de las muertes ocurrieron en unidades médicas para población abierta, a donde suelen acudir sectores en niveles altos de pobreza. Toda esta información fue publicada en junio por el investigador Héctor Hiram Hernández Bringas en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM. Desafortunadamente, era algo de esperarse debido a la desigualdad en la que vive gran parte de la población mexicana y a la falta de una acción que tuviera en cuenta las condiciones sociodemográficas del país.
Para muchos era de esperarse que la mayoría de las víctimas fueran personas de condiciones bajas y aun así se fingió sorpresa cuando sale a la luz que del 70 al 80 por ciento de los que mueren son personas en la pobreza y con un nivel bajo de educación. Parecería una obviedad si es visto desde su superficie, haciendo referencia a la población del país que se encuentra en dicha situación, pero su problema va más a fondo y con una dimensión histórica.
La pobreza en México ha sido un tema presente, muchos se podrán ir con el pensamiento de que “siempre han estado los pobres” y en cierta medida, tales declaraciones existen porque es una problemática que va desde siglos atrás. Durante el virreinato se establecieron claras líneas de estratificación social que siguen presentes hasta la fecha y, por otro lado, la urbanización a partir de los años cincuenta y sesenta provocó un gran traslado de personas del campo hacia las ciudades, principalmente la Ciudad de México, para buscar trabajo. Ante ello el Estado, incapaz de sostener a dichos grupos, les permitió asentarse en la ciudad, más no ofrecerles todos los servicios básicos como educación y salud, los cuales actualmente son fundamentales para enfrentar la crisis actual. Las consecuencias de la carga histórica de la pobreza en el país encuentran puntos como la actual pandemia para hacerse presentes y reflejar a quienes el poder político decidió abandonar.
LEG