Dianita y Jeny, de cinco y siete años, respectivamente, tendrán hoy un regreso a clases muy atípico, no solo porque será en una modalidad a distancia y por televisión, sino porque vuelven a clases en la orfandad.
Las niñas perdieron hace tres años a su padre en un accidente, y en marzo pasado a su mamá, quien murió a finales de abril de “neumonía atípica, aunque todo parecía que era Covid-19; la prueba, nunca se la hicieron.
Tras la muerte de su madre, las niñas quedaron a cargo de su hermano, Juan Carlos, un tímido joven de apenas 18-19 años, quien comenzó de inmediato a trabajar de repartidor de comida en la misma fonda donde laboraba su mamá hasta su fallecimiento, en Tlalnepantla, Estado de México.
Los tres, fueron arropados por su “tía”, la dueña del negocio de comida, quien les dio un cuarto para que se mudaran y estuvieran más seguros.
Este lunes, las niñas volverán a clases en un hogar y una tele prestados y sin el cobijo de su mamá, pero Juan Carlos no; para él, la prepa esperará, pues ahora su prioridad será trabajar para mantener a sus hermanitas huérfanas.
Reinician clases con la TV en el empeño
Clara acudió a la escuela pública a la que asistirá su hija. Necesitaba hablar con la maestra para externarle su preocupación, pues, dice, ella desconoce el manejo de la computadora y teme no poder ayudarle en esta nueva modalidad a distancia.
Mientras hablaba con la profesora, narra, llegó la mamá de otra de las alumnas; iba realmente preocupada.
Clara no se movió del lugar, quizá, pensaba, la situación de la señora era la misma que la de ella: la tecnología.
Sin embargo, el problema distaba mucho de parecerse al suyo. La madre acudió con la maestra pues ella y su esposo habían perdido el trabajo por la pandemia desde hacía meses, y para salir del apuro habían empeñado sus pocas cosas de valor, entre ellas la TV, y explicaban a la maestra que si no tenían recursos para comer, mucho menos para sacar el aparato del Monte de Piedad o para pagar Internet.
Discreta, Clara, prefirió salir de la escuela. Ella, pensó, estaba en la gloria.
Los apuros de un hogar multitareas
Quizá no se desembolsó en mochilas, loncheras, tenis, uniformes y zapatos, pero el regreso a clases virtual, con hijos en escuelas particulares, precipitó en las familias un gasto, que si bien era inevitable, aún podía esperar: la compra de una computadora.
Con un hijo por iniciar tercer año y una hija que llega a secundaria, ambos en colegios privados, Sandra relató cómo enfrentaron en su familia la compra de una laptop.
“Lo veíamos venir (el gasto), sacamos una parte de los ahorros que hacemos a lo largo de año, una parte nos ayudaron sus abuelos, y el resto a meses sin intereses”, comentó.
Sin embargo, esa es sólo una parte de las dificultades por resolver; la otra es dónde podrán tomar clases dentro de casa, pues el pequeño departamento será ahora salón de clases para dos, y oficina para ella y su esposo.
LEG