El que hoy escribe, minero de profesión, pero sobre todo de corazón, fue testigo de eventos que han lastimado a la minería, y hoy tengo a bien contar tres hechos que se resumen en “huelgas para beneficio personal”. Me refiero a los paros estallados el 30 de julio de 2007 en las secciones 17 de Taxco, Guerrero; 65 de Cananea, Sonora; y la 201 de Sombrerete, Zacatecas; por capricho y cinismo de Napoleón Gómez Urrutia.

Después de pasar un año refugiado en Vancouver, Canadá, y tras buscar protección en las enaguas de los Steel Workers, Napito retomó los paros locos: el cierre de empresas mediante extorsión a cambio de gran cantidad de billetes. Diseñó una estrategia que según él le permitiría regresar a México cargado de dinero, mediante el cierre de tres grandes minas. El plan también incluyó engañar a los compañeros al decirles que los paros eran para exigir mejores salarios y mejores condiciones de trabajo.

Como lo planeó, las banderas rojinegras se colocaron en las entradas de las minas. Hasta mediados de 2009, se sostuvieron infinidad de pláticas conciliatorias; en todas existió la posibilidad de llegar a un acuerdo. Desde un principio, la empresa se allanó a todas las demandas del pliego petitorio, es decir, aceptó cumplir con todo para lograr la reactivación en las tres minas en su posesión.

Todo estaba listo para terminar con el paro, pero no sucedió, Napito de última hora y de manera sorpresiva puso en la mesa de negociación una nueva exigencia: la entrega de 100 millones de dólares y el retiro de las órdenes de aprehensión en su contra, como indemnización por el daño moral hecho a su persona. Sí, daño moral.

A la par, en los procesos en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, los abogados del sindicato pedirían la imputabilidad de la huelga, sin embargo, Napo no lo permitió, ordenó no promover ese recurso ya que de inmediato la empresa cumpliría las demandas del pliego petitorio, terminaría la huelga y con ella las aspiraciones de Napito de recibir esos millones.

A 13 años, la historia no ha terminado, por ahí dicen que Napo sigue esperando sus 100 millones de dólares, ya que necesita una nueva cirugía plástica, pero más allá de su conocida vanidad, retoma el tema asegurando que tiene la voluntad de resolver los conflictos, cosa que es mentira, ya que de las tres huelgas solo una persiste.

Cananea y Sombrerete fueron liberadas tras ganar la batalla en tribunales, las actividades iniciaron después de una inversión millonaria por parte de la empresa, ya que se reconstruyeron las plantas y se adquirió nueva maquinaria.

En el caso de Taxco, Napo dice que buscará una solución, sin embargo, se sabe que es imposible reactivar la mina, la maquinaría es inservible y la inversión para su apertura es incalculable ya que la empresa debe hacer estudios para encontrar nuevas vetas de plata para poder así solventar la reactivación.

Los compañeros lo dicen, no se demandará a la empresa, sino al gran senador Napito por la vía penal, civil y laboral, ya que es el único y directo responsable. Por él se perdió el Contrato Colectivo de Trabajo, los empleos y el ingreso diario de las familias guerrerenses, todo por la ambición del morenista de anteponer su hambre de riqueza sobre los intereses colectivos.

Por cierto, de las cuotas y del fondo de resistencia nunca supieron los compañeros, no recibieron recursos, pero ese tema me lo reservo para una próxima entrega.

                                                                                                               @CarlosPavonC