La semana pasada fuimos testigos de la aparición de dos videos que involucran, por un lado, a colaboradores de panistas y, por el otro al hermano del presidente de México y a un funcionario de la Cuarta Transformación.
Más allá de la forma en que fueron filtrados a los medios de comunicación y, las acusaciones en contra de diversos ex servidores públicos; están los dichos del Primer mandatario del país para cada uno de los videos.
En el que se ve a los panistas recibiendo fajos de dinero -al viejo estilo del señor de las ligas, René Bejarano- el Presidente acusó corrupción y aseguró que era “una muestra de la inmundicia del régimen de corrupción que imperaba, porque todo este dinero se utilizaba para comprar voluntades, conciencia, para comprar votos”.
Pero en el que se observa al ex coordinador nacional de Protección Civil, David León, entregando dinero a Pío López Obrador, hermano del Presidente en dos ocasiones, el Primer mandatario señaló que no es corrupción, sino aportaciones “para el movimiento” con las que apoyarían a las voluntades y conciencias que acudirían a las urnas.
Así como en la democracia se gana por un voto, la corrupción ocurre cuando se ofrece y acepta un peso o millones de pesos, fuera de toda legalidad.
En el video de los panistas los hechos se presumen, pues nunca se dice quién los otorga y para qué fin; mientras que en el video del hermano del Presidente, se sabe quién aporta el dinero y su objetivo.
No obstante, el Ejecutivo no se atreve a medir con la misma vara, los dos videos de actos ilegales ¿incongruencia o cinismo?