La inflación general está en 4%. Es justamente el límite superior de lo que el Banco de México dice tolerar antes de tomar medidas de política monetaria que se encaminen a controlar cualquier burbuja en los precios.

Aun con el Índice Nacional de Precios al Consumidor en 3.99%, anualizado hasta la primera quincena de este mes de agosto, no es posible prenderle un foco de alerta al comportamiento de los precios, pero sí vale la pena ver cómo hace cuatro meses la inflación anualizada estaba en el 2.08%.

Claro, hace cuatro meses este país tenía la cortina abajo y era difícil pensar que subieran los precios de productos y servicios que ni siquiera estaban disponibles. Pero vale la pena ver si el brinco inflacionario de esos meses logra estabilizarse o bien hay precios que quieran retar a la demanda.

Por ejemplo, me dijo un restaurantero que tuvo que subir sus precios, entre marzo que cerró el negocio y agosto que reabrió de manera limitada, porque de lo contrario no alcanzaría a cubrir las pérdidas del cierre y a cubrir los costos de la reapertura tan limitada.

Este empresario se la juega a que los pocos clientes que reciba, entiendan el aumento y no se vea obligado a abdicar.

Es todo un reto el reinterpretar el comportamiento de la inflación, empezando por el hecho de que el Inegi tuvo que cambiar la forma de medir los movimientos de los precios.

Los hábitos de consumo han cambiado de forma notable. Las cadenas de producción y distribución han alterado sus mecanismos y sus costos. En fin, la nueva normalidad tiene también como consecuencia una nueva normalidad inflacionaria.

Por ejemplo, una de las características habituales de la inflación de la primera quincena de agosto era que reflejaba el incremento de los precios de las colegiaturas. Habitualmente las preparatorias y universidades aplican los aumentos anuales en sus tarifas durante este mes de agosto.

Por lo menos durante toda la década pasada, el subíndice de servicios educativos había tenido durante la primera quincena de agosto uno de los incrementos más importantes de ese lapso.

Pero durante esta primera quincena de agosto de 2020 el resultado del subíndice de servicios educativos resultó negativo, en -0.03%. Esto lo que nos muestra es que la educación privada hace ahora mismo hasta lo imposible para no perder alumnos, incluido reducción en las colegiaturas o algún otro beneficio que retenga a esos clientes.

En lo que se acaba de entender la nueva normalidad de la inflación, el Banco de México debe quitar el pie del acelerador de las bajas en las tasas de interés y seguir de cerca el comportamiento de los precios.

Porque si bien el movimiento de las tasas de interés no es tan determinante en el comportamiento de los precios en una economía de bancarización media y una enorme economía informal, lo cierto es que la posición del banco central sí pesa en la formación de precios.

 

                                                                                                            @campossuarez