Muchas canciones populares recogen hechos históricos, aunque no siempre de manera fidedigna. Y no tendrían por qué. Aristóteles pensaba que la poesía, a diferencia de la historia, no tiene que contar lo que pasó, sino lo que debió haber pasado. Pero, ¡qué diferentes serían nuestras clases de historia si pudiéramos cantar las lecciones en lugar de estudiarlas! La música evoca imágenes, inspira emociones y revoluciones. “La Marsellesa”, por ejemplo, acompañó al pueblo francés durante la Revolución francesa.
Y en medio de la lucha, pueden ser un respiro (y suspiro). “Si Adelita se fuera con otro/la seguiría por tierra y por mar/si por mar en un buque de guerra/si por tierra en un tren militar.” ¿Quién fue Adelita? “La mujer que el sargento idolatraba/que además de ser valiente era bonita/que hasta el mismo coronel la respetaba”. La mujer que inspiró esta canción fue Adela Velarde Pérez, enfermera y simpatizante del movimiento revolucionario. Y el sargento que la idolatraba fue Antonio del Río Armenta, capitán de la División del Norte.
Otro corrido revolucionario nos permite echar un ojo a las armas de la Revolución. “La carabina 30-30” es un corrido revolucionario que celebra el arma más popular en ese entonces: un rifle modelo 1894 de la casa Winchester. Se le conoce como carabina 30-30 por el tipo de balas que usaba.
“Mambrú se fue a la guerra/¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!/Mambrú se fue a la guerra/y no sé cuándo vendrá”. A mí me toco cantarla en el kínder. Imagino que ahora ya no se canta… ¿Y quién fue Mambrú? ¿Por qué se fue a la guerra? De acuerdo con el compositor español Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894), Mambrú es John Churchill, duque de Marlborough, político y general inglés que acumuló varios triunfos contra los franceses durante la Guerra de Secesión española (1701-1713). Durante la batalla de Malplaquet en 1709, Churchill consiguió su más brillante victoria, aunque no la tuvo fácil. Cinco generales ingleses murieron durante la batalla, por lo que entre las tropas francesas circuló el rumor de que el Duque de Marlborough había perecido también. Para celebrar, un soldado francés compuso una canción de 22 coplas, aunque los versos más famosos son los citados más arriba. Marlborough vivió todavía hasta 1722, pero la canción sobreviviría hasta nuestros días.
¿Y cuándo llega Mambrú? Parece que la canción se volvió muy popular en Francia debido a que la nodriza del delfín Luis José, hijo de Luis XVI y María Antonieta, solía divertirlo entonando esta canción. Pronto todo Versalles la cantaba. De acuerdo con Barbieri (1823-1894), esta misma canción llegaría a España gracias a la influencia francesa de los Borbones. Entonces Marlborough se adaptaría a una pronunciación castellana y se volvería Mambrú.
Cuando el segundo imperio mexicano perdió el apoyo de las fuerzas francesas en México, Carlota, última emperatriz de México y esposa de Maximiliano de Habsburgo, viajó a Europa buscando apoyo. Cuando se supo que la emperatriz dejaba México, el general republicano Vicente Riva Palacio, parodiando el poema “Adiós, oh patria mía” de Ignacio Rodríguez Galván, le compuso una canción a Carlota. Una de las estrofas dice así: “De la remota playa/te mira con tristeza/la estúpida nobleza/del mocho y del traidor./En lo hondo de su pecho/ya sienten su derrota./Adiós, mamá Carlota;/adiós, mi tierno amor”.
¿Y quién se llevó a Toña la Negra y a Yuri al zaguán durante el apagón? Habría sido mejor no enterarnos. ¿Conocen la historia de esta canción? Era 1942 y México había entrado a la Segunda Guerra Mundial en el bando de los Aliados. Participó suministrando petróleo a las fuerzas militares de Estados Unidos y proporcionándoles mano de obra. Aunque la guerra estaba centrada en otros continentes, no se descartaba un ataque aéreo en la Ciudad de México. A partir de septiembre de 1942 se realizaron “prácticas de oscurecimiento”, es decir, apagones. Sociedad civil, gobierno y sector privado colaboraron para hundir a la ciudad en una efímera, pero profunda oscuridad. En uno de esto apagones, se realizó un simulacro de ataque aéreo y defensa terrestre. Pero, ¿qué pasaba abajo? Manuel Esperón y Ernesto Cortázar, compositores de la época de oro del cine mexicano, nos cuentan que “en aquella terrible obscuridad” podían salir manos a palpar “con confianza y libertad”. Y “si el peligro estaba arriba, acá abajo la cosa andaba peor”.
Quizás el único misterio histórico que nos quede sea saber quién fue Masiosare, además de un extraño enemigo.
Sapere aude! ¡Atrévete a saber!
@hzagal