@guerrerochipres
La observación más frecuente de los adversarios del presidente Andrés Manuel López Obrador, semejante a la de aquellos afectados por el desplazamiento de la interlocución estelar respecto del jefe del Ejecutivo en las gestiones sexenales previas, es que inició el deterioro de su aprobación y eficiencia infranqueable.
Al señalar que aun con disminuciones porcentuales su volumen absoluto de aprobación habría subido en 14 millones y reiterar que el pueblo es su “ángel de la guarda”, AMLO, en la víspera de su informe, muestra nuevamente cierta serenidad, apertura, ingenio y su persistente fe manifiesta en un colectivo que no ha sido conquistado por nadie más.
El Segundo Informe de Gobierno es el escenario de su centésima valoración. Para los seguidores de AMLO, aun mayoría en cualquier encuesta, lo que ocurrirá hoy es un episodio de una permanente rendición de cuentas.
A su favor tiene un equilibrio estructural de las finanzas públicas, valor esencial de toda narrativa de derecha y de izquierda moderna que se respete que no aparece mucho en el material periodístico de la coyuntura, acompañada además por políticas públicas sociales.
El Presidente carece de adversario creíble, para no hablar de claramente notorio, por la imposibilidad de decir notable.
Sin embargo, aparece como un tema pendiente la búsqueda de predominios al interior de Morena y en la administración federal que contribuyan más rápidamente al proyecto transformativo del Presidente.
Los efectos de la pandemia son enormes en la dimensión de lo económico y destacadamente en la disputa electoral. Ahí tienen alguna oportunidad los adversarios, no por la realidad sino por la interpretación.
En un país tan complejo, la limpieza de los lastres pasados que son también los desafíos presentes, especialmente inseguridad y corrupción, representan una enorme ventana de oportunidad. La consolidación de la Guardia Nacional, novedad institucional en materia de seguridad, convive con los datos en homicidios dolosos.
Será un informe sin precedentes, breve y con un Palacio Nacional de afluencia limitadísima. La austeridad de la escenografía solamente es superada por la que se avecina en ausencia de guardados y se suma a la iniciada en toda la administración pública en 2018.
El periodismo serio y el cómplice, el de gatilleros y el de defensores de una ética de lo público, padecerá igualmente en lo económico. Los menos favorecidos de todos los sectores y profesiones, actividades y haberes, están sujetos a una incertidumbre mayor a la reflejada por nuestro ánimo.
Hay una especie de optimismo inconsciente, colectivo y autoreferenciador —si podemos pasar por lo que hemos pasado y estamos aun aquí, podemos enfrentar lo que sigue— que merece buenas campañas electorales, ya iniciadas y en la espera de generalizarse después de la elocución de AMLO. Veremos si eso fortalece el partido que necesita el Presidente.