Quintana Roo, su gobierno y población en conjunto, hacen frente a la pandemia por Covid-19 y a la temporada de huracanes con medidas de prevención y acciones que salvaguarden vidas y permitan una rápida recuperación. En el primer caso es una carrera de maratón y en el segundo, una prueba de velocidad.
Aunque el virus SARS-CoV-2 es invisible y los huracanes pueden observarse antes de su formación, ambos requieren de hábitos y, sobre todo, de la solidaridad y unidad entre población y gobierno.
La cultura de huracanes ya ha sido adoptada por la mayoría de los quintanarroenses e incluye hábitos y medidas antes, durante y después de cada fenómeno meteorológico que amenace las costas de la entidad.
En esa cultura es esencial la comunicación y atención permanente del gobierno hacia la población, con la finalidad de mantenerla informada y orientarla a proteger vidas.
En el caso de la emergencia sanitaria es parecido aunque el tiempo es más prolongado.
En esa larga distancia que se debe recorrer el gobierno de Quintana Roo ha impulsado como política pública una cultura de hábitos y medidas con el fin de hacer a la población más apta para convivir con el virus, reducir el riesgo de contagiarse mientras dure la pandemia y permitir la reactivación económica, la cual sólo es posible cuando se descartan nuevos confinamientos.
Los hábitos más esenciales para avanzar en esta justa son usar cubrebocas, guardar una distancia física de metro y medio como mínimo, lavarse continuamente las manos y limpiar superficies y objetos con gel antibacterial.
Aunque el SARS-CoV-2 sólo puede verse a través de un potente microscopio, la población debe entender que su existencia nos obliga a extremar medidas de protección por más tiempo que las que adoptamos frente al paso de un huracán, a fin de que bajen los contagios, no haya picos, puedan ir abriendo empresas e industria y la gente recupere sus ingresos.
Prepararnos y afrontar la pandemia por Covid-19 es un maratón; hacer frente a un huracán es, en contraste, una prueba de velocidad.
aarl