Las fuerzas armadas no exigieron ser asignadas a tareas de seguridad, ni usaron la inseguridad como un pretexto para avanzar sobre espacios civiles, ni tienen ningún cargo ejecutivo que no sea el mando de tropas en coordinación con las áreas policiacas, ni exigieron realizar otras actividades.
Como se afirmó aquí el viernes, las fuerzas armadas forman parte de la estructura del Gobierno central a nivel de gabinete con dos secretarías de Estado o del despacho presidencial sometidas a revisiones y vigilancias como todas las oficinas gubernamentales.
Por lo tanto, lo que debe preocupar con los militares es otra cosa: el fracaso, por decir lo menos, de la estructura e infraestructura civil en áreas prioritarias del Gobierno actual. Los militares estarán en seguridad hasta que existan instituciones civiles eficaces contra bandas, organizaciones, cárteles y grupos delictivos que han llegado a exhibir pertrechos armados superiores a las fuerzas civiles.
El debate debe darse para encontrar razones que hayan permitido que cárteles como el de El Mencho, El Chapo, del Infierno, de El Marro llegaran a tener un poder superior a las policías, se hayan entretejido con la población civil y hayan desbordado a las policías locales, además de capturar partes del Estado.
Sí se debe investigar a fondo el caso del grito “¡mátalo, mátalo!” de Nuevo Laredo, pero importa en mayor medida saber cómo y por qué el Cártel del Noreste y sus Tropas del Infierno tienen el control de esa zona fronteriza que implica ya un asunto de seguridad nacional.
Ahora mismo los gobernadores y alcaldes se niegan a cumplir con el mandato constitucional de la profesionalización de sus policías porque forman parte de la estructura de control social en sus espacios de Gobierno.
No. El problema no es la participación militar en grado de emergencia en seguridad interior, sino los políticos y civiles que permitieron que la inseguridad llegara al grado de tener que llamar de emergencia a los militares.
Zona Zero
- Mucha atención a la solicitud de El Chapo de revisar su cadena perpetua. No se trata de que pueda ganar, sino de sus acuerdos secretos con la seguridad de EU y el papel de su cártel como estabilizador en la guerra del narco en México contra los grupos de El Mencho y los marros guanajuatenses.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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