Todos los enfoques sobre el problema de violencia y disturbios actual en EU han querido endosárselos al presidente Donald Trump. Sin embargo, el problema es otro: las policías de condado, estatales y federales son mecanismos de control social y del autoritarismo y suplen a las fuerzas armadas que no tienen autorización para operar dentro del territorio.
El uso de la fuerza policiaca es, además, una forma de resistir la violencia urbana. El acceso libre a armas, las movilizaciones sociales para defender agresores y la falta de espacios de intermediación política porque los partidos sólo operan en elecciones han explicado los niveles de violencia.
El otro tema central se localiza en las razones de la violencia afroamericana en las calles; hasta ahora ninguna agrupación no afroamericana realiza motines o quemas callejeras de autos, salvo los antifa (antifascistas, por nombre). La población afroamericana, desde siempre, usa la violencia como mecanismo de protesta, sin importar si hay o no responsabilidad policiaca.
Las policías en EU operan como instancias de mantenimiento del orden institucional capitalista. Por eso sus formas de actuar son siempre autoritarias, sin entender razonamientos. Y el grado de acceso popular a las armas ha predispuesto a las policías a disparar primero e indagar después, a partir del criterio de que ven su vida en riesgo.
Pero una cosa es la defensa policiaca y otra la forma de sometimiento de los presuntos infractores de la ley y existe ya probado el abuso de fuerza contra miembros de la comunidad afroamericana. El histórico enfoque racista no lo resolvió Lincoln con el fin de la esclavitud ni Johnson con las leyes de derechos civiles. Los afroamericanos son vistos como infractores de la ley por el sólo hecho de existir.
Para resolver el problema de la brutalidad policiaca sería necesario meter mecanismos de derechos humanos dentro de las corporaciones, pero ello implicaría el fin de la fuerza como mecanismo de dominación sistémica.
Zona Zero
- Chihuahua demostró bien que la Guardia Nacional no va a reprimir, aunque pague humillaciones. La falla se encuentra en la ausencia de instancias intermedias de negociación política que hasta hace poco estaban en Gobernación, hoy ya convertida en la Florería Nacional. Si nadie negocia, pueblo y autoridad van a chocar.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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