Ángel Álvaro Peña

Entre las muchas intenciones que tiene la conferencia mañanera del Presidente de la república está la de centralizar la información, lo que antes era un boletín diario, y a veces más, ahora se reduce a las respuestas del jefe del Ejecutivo respecto a lo que los medios quieren saber.

Claro que muchas veces los reporteros son convertidos en arietes contra la administración pública y en lugar de preguntar opinan, y es ahí donde se corta la comunicación entre población y gobierno. Es decir, los medios, en lugar de informar, rompen los vínculos que nunca deben romperse.

Ante esta irrupción, a veces involuntaria, la deslealtad de los principales funcionarios públicos de la 4T, no responden a las expectativas del Presidente ni corresponden a la confianza de la población a juzgar por los resultados de sus trabajos cotidianos.

Hay muchos funcionarios públicos, en los diferentes niveles de gobierno que van a lo suyo, igual que siempre. Su tarea no tiene diferencia con el pasado, es lo mismo. Sin embargo, quieren sentirse innovadores ante su jefe y la población y en realidad son lo mismo que quienes se fueron por no gozar de la confianza de la población.

Seguramente el Presidente los tiene bien detectados, porque los hay desde funcionarios públicos corruptos hasta gobernadores que no hacen nada y sólo se dedican a disfrutar de los privilegios de su cargo, como siempre ha sucedido.

El simple hecho de carecer de sensibilidad política para tratar con la población que se representa ya es motivo de castigo y debe haber una verdadera sanción para marcar la diferencia con el pasado, pero pareciera que no sólo hay deslealtad, sino que se engaña al propio jefe del Ejecutivo. Si a esto se le suma el gran engaño a la población, que se supone es quien manda, entonces esto se convierte o debería convertirse en un delito.

Cobrar sin trabajar debe sancionarse, porque no sólo es necesario asistir al centro de trabajo sino hacer desde ahí o cualquier otro lugar una labor que originalmente exige de todo el esfuerzo de quienes cobran en el gobierno, al no hacerlo es un delito que merece castigo, incluso pena corporal sin derecho a fianza. Con esto la productividad de la burocracia, en todos sus niveles, tendría una verdadera transformación.

Por otra parte, lo que están haciendo con el partido que fundó el presidente merece también no sólo orden, sino un castigo ejemplar. Que se sepa, después de que Andrés Manuel López Obrador dejó la presidencia de ese partido está inactivo. Ni siquiera fue capaz de crear su propio padrón, pero en el resto de las actividades también se vieron paralizados. Nadie tiene derecho imponerle una esclerosis al partido que ganó la elección presidencial con una gran diferencia de votos. Hacerlo así, merece castigo, es una traición.

La elección para competir por la presidencia y la secretaría general del partido se ha convertido en una kermese de pueblo, donde la depuración arrojó 71 concursantes para estos dos puestos, cuando desde ahora, los participantes saben que no serán electos. Esto no quiere decir que haya dados cargados, por lo menos hasta ahora, pero sí que carecen de liderazgos, y a veces de vergüenza algunos de los que concursan.

Uno de los primeros trabajos que debe hacer Morena es tener personalidad propia, porque todos los concursantes se cuelgan de la imagen de López Obrador, como si el partido no existiera, y en realidad no existe la cúpula del partido, y este es sólo una abstracción que en tiempos electorales volverá a depender del trabajo y la personalidad de una sola persona llamada Andrés Manuel López Obrador.

Morena no es un partido político, es una agencia de colocaciones en manos de gente que nunca se ensucia los zapatos como lo hiciera el presidente de la República cuando creó ese movimiento.

No hay concursante por la presidencia de Morena que no muestre en su propaganda fotos con el presidente de la República. Su boleto a la trascendencia es AMLO, todavía, de otra manera perderían las elecciones, porque el partido careció de liderazgo hasta ahora que haya un ganador en las elecciones, quien deberá retomar el partido desde el momento en que el actual presidente de la República lo dejó. Porque de ahí a la fecha no ha habido líder o lideresa que pudiera demostrar acciones concretas con la gente o con el partido. Sólo culto a la personalidad.

Reproducir el culto a la personalidad puede ayudar a ganar elecciones, de hecho, ese será el pasaporte al triunfo en 2021, pero nadie garantiza que todavía la imagen y el trabajo de López Obrador pueda ser el boleto ganador en las elecciones de 2024. PEGA Y CORRE. – El presidente consejero del INE afirma, y con razón, que “Hoy resulta desfasado y absurdo hablar de padrones rasurados, ratón loco, muertos que votan y otras trampas”, lo de hoy es el voto electrónico, el uso y abuso de los algoritmos. Algo más: la prohibición del spot con motivo del Segundo Informe de Gobierno, a pesar de que en otros años están al aire todo el mes de septiembre. La autoridad electoral se ha convertido en un partido de oposición y quiere que Morena pierda, para recuperar sus privilegios y no tener la presión de que se baje el salario o a que cumpla con su obligación… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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