Entre los muchos misterios que rodean a la antigua ciudad prehispánica Teotihuacán, en el centro de México, uno ha sido especialmente difícil de descifrar: ¿cómo emplearon sus habitantes los muchos signos y símbolos encontrados en sus murales y esculturas rituales?
Sus imponentes pirámides reabrieron al público hace unos días cuando disminuyeron las restricciones por la pandemia del coronavirus. Pero su área tal vez más interesante y extensamente excavada, que tiene un patio con raros símbolos pintados en el piso, sigue fuera del alcance de los turistas.
El descubrimiento en la década de 1990 de los enigmáticos glifos en color rojo ha llevado a un creciente número de expertos a cuestionar la opinión de larga data de que un sistema de escritura estaba ausente en la ciudad, que floreció desde aproximadamente el año 100 a.C. hasta el 550 d.C.
Teotihuacán, a unos 50 kilómetros al noreste de Ciudad de México, fue alguna vez la mayor urbe de Mesoamérica, con una población de al menos 100,000 habitantes. Sin embargo, aún se desconoce mucho sobre la civilización que la habitó, incluido el idioma que hablaban sus residentes.
Los expertos han debatido varias teorías sobre los glifos.
Algunos dicen que pudieron haber sido empleados para enseñar a escribir, otros piensan que representaban nombres de ciudades subyugadas que pagaban tributos, o que fueron utilizados como signos en rituales para curar enfermedades.
La historiadora del arte Tatiana Valdez, autora de un libro publicado este año sobre los glifos de Teotihuacán, dice que los 42 símbolos del patio, muchos en secuencias lineales, constituyen el texto más largo jamás encontrado en las ruinas de la antigua ciudad.
En general, hasta ahora se han identificado tentativamente más de 300 jeroglíficos teotihuacanos, indica.
En la época colonial, las autoridades católicas ordenaron quemar innumerables códices mexicanos antiguos, libros de papel plegados al estilo de un acordeón cubiertos de jeroglíficos. Solo quedan alrededor de una docena.
Valdez está convencida de que este tipo de documentos también formó parte de la tradición literaria de Teotihuacán.
“Yo creo que en Teotihuacán se usaban jeroglíficos y se usaban bien porque tenemos relativamente bastantes”, afirmó, aludiendo a miles de figurillas de arcilla con símbolos grabados, que han sido halladas en el sitio.
Valdez dijo que la gran cantidad de esas piezas con glifos encontradas podría significar que los plebeyos también tenían acceso a la escritura.
Caminar por La Ventilla, el barrio prehispánico donde se encuentra la llamada plaza de los glifos, equivale a explorar un vecindario antiguo, con restos de templos, talleres artesanales, complejos de viviendas y murales finamente pintados.
El gubernamental Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dijo que aún se necesita trabajo adicional para poder abrirlo a los turistas, pero no ofreció ningún cronograma.
TEXTOS ESQUIVOS
Imágenes del glifo más recientemente encontrado serán publicadas en un artículo académico el próximo año. Descubierto en 2016 en la parte posterior de un pequeño altar de piedra, muestra un triángulo dentro de un círculo con tres puntos, representando probablemente un año en el calendario ritual.
Es el tipo de hallazgo esperado por Joyce Marcus, una arqueóloga de la Universidad de Michigan que ha argumentado que la escritura estaba ausente en la ciudad. “Hasta ahora, no hemos visto textos largos”, escribió en un correo electrónico.
“La escritura es rara en Teotihuacán, cuando sus ‘textos’ se comparan/contrastan con los de los sitios mayas”, agregó, señalando la antigua ciudad Tikal, una contemporánea de Teotihuacán en la actual Guatemala, que alberga monumentos con hileras de glifos que han podido ser descifrados.
Una pintura mural descubierta en la década de 1960 en Teotihuacán muestra lo que parece ser un sacerdote sosteniendo un libro. Fue un hallazgo “enormemente importante”, dijo Christophe Helmke, un destacado estudioso del sistema de escritura de esa ciudad en la Universidad de Copenhague.
Según el académico, es probable que la escritura en la metrópoli se limitara sobre todo a sus libros, que difícilmente aparecerán por la velocidad del deterioro del papel o las pieles de animales utilizados por los escribas antiguos.
Helmke también cree que La Ventilla debería estar abierta a los visitantes y sugiere que los avances futuros en la comprensión de la escritura de Teotihuacán probablemente vendrán de nuevos hallazgos de murales o cerámicas.
PAL