Pese a la aplastante mayoría de la que dispone en las cámaras y de la sólida popularidad del presidente López Obrador, el Movimiento de Regeneración Nacional no ha logrado salir del galimatías en el que muchos de sus integrantes los han metido por el proceso de sucesión interna.

Resulta inimaginable que el partido que arrasó en las elecciones federales de 2018 y que tiene altas posibilidades de repetir la dosis en el proceso de 2021, no logre vencer a sus propios fantasmas y no haya resuelto el entuerto legal que enfrenta ante la imposibilidad política de organizar por su propia cuenta las elecciones para renovar a su dirigencia nacional.

Agradecido debería estar MORENA con la inexistencia de un partido opositor o de un movimiento popular y consolidado que pudiera generarle competencia en el terreno electoral. En un escenario diferente, este movimiento mayoritario ya hubiera comenzado a acusar el desgaste producto de la interminable confrontación que ha vivido, con una pérdida en los índices de preferencia que hoy, pese a todo, se mantienen altos.

Llama la atención que las diferentes expresiones opositoras que han surgido en semanas recientes como es el caso del Frente Nacional AntiAMLO (FRENA) carecen de rumbo y estructura suficiente como para generar preocupación en las filas de MORENA. La escasa participación de su más reciente protesta en las calles del centro de la Ciudad de México no es más que el reflejo de la ausencia de una alternativa bien organizada.

Poco podría decirse en estos momentos del resurgimiento del ex candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya, al no conocerse, más allá de un diagnóstico catastrófico, su propuesta para ser considerada o no como una opción viable. Acción Nacional aún no se recupera de la crisis interna que él mismo provocó y que derivó, entre otras cosas, en la salida del ex presidente Felipe Calderón, quien, por cierto, desapareció del mapa tras la negativa del Instituto Nacional Electoral de otorgarle el registro a México Libre como partido político.

MORENA ha resultado beneficiado por los altos niveles de aceptación con los que cuenta el presidente López Obrador, a quien la confrontación abierta que sostiene con medios, intelectuales y algunas cúpulas empresariales no parece haberle afectado. Sin embargo, como todo capital político, éste puede verse dilapidado por las cruentas guerras internas en un partido que, hoy, no tiene contrincante que le signifique peligro.

Segundo tercio. FRENA ha decidido entrar en disputa con la Cuarta Transformación en el terreno en el que este movimiento ha demostrado ser campeón: marchas y plantones. Compleja apuesta a la que se le ven pocas posibilidades de éxito.

Tercer tercio. Uno de los principales fantasmas que rodean a MORENA lleva el nombre de Porfirio Muñoz Ledo, un verdadero lastre para la construcción de una salida decorosa ante el problema interno que vive ese partido. Mal hace el político con pinta camaleónica al dirigir sus disparos hacia el lugar equivocado.

                                                                                                                                               @EdelRio70