Un ‘jardín’ de cannabis que brota junto al edificio del Senado de México se ha convertido en un paraíso para los fumadores de la planta, que encienden sus cigarros sin temor a ser arrestados.
Las semillas sembradas en febrero por activistas pro marihuana en una plaza al lado del edificio de la cámara alta se han convertido en plantas sorprendentemente grandes y en un símbolo del impulso para legalizar el producto en una nación asolada por la violencia relacionada con las drogas.
“Poder fumar (aquí) es para mí algo muy significativo”, dijo el barista Marco Flores, sentado en un banco con vista al edificio del Senado. “Ya no salgo con ese temor a la calle”, añadió.
La Corte Suprema de México ha dictaminado que las leyes que prohíben el consumo de cannabis son inconstitucionales, pero el Gobierno aún no redacta una legislación que legalice formalmente la marihuana, lo que enfrentaría a sus consumidores a cargos penales si se les descubre fumando.
Pero en el jardín dirigido por activistas a favor de la marihuana, las personas pueden entrar por un período de 30 minutos cada vez y encender sus cigarros en paz. Hasta ahora, la policía parece estar haciendo la vista gorda ante la práctica, aunque no está claro cuánto durará.
“Está muy bien eso de que hayan abierto un espacio en el que (…) la gente que busque abrirse a nuevas experiencia o que quiera informarse un poco sobre este tema, venga y pueda consultarlo aquí”, dijo Carlos Díaz, otro fumador.
Para José Rivera, activista del cannabis, el jardín es una herramienta para educar y ofrecer “derechos humanos”.
“Lo que queremos es básicamente que (los legisladores mexicanos) aprendan y entiendan que estamos fumando tranquilos y que no somos un riesgo para nadie”, dijo. “Ya basta del trato que nos han estado dando durante años, la persecución, y las violaciones y el maltrato”.
ica