La Suprema Corte perfila rechazar el proyecto de la consulta contra los expresidentes que le envió el bloque de MORENA en el Senado. Esto por considerarla, en palabras del ministro Luis María Aguilar, un “concierto de inconstitucionalidades”.
Esto era previsible. Desde hace meses muchos hemos reiterado que consultar si se investiga o no a cinco de los seis exmandatarios vivos —Luis Echeverría, de 98 años, no se incluyó en el proyecto— viola los derechos humanos de los implicados y la presunción de inocencia. En otras palabras, los prejuzga en la plaza popular.
Por ello, aquellos ciudadanos que promovieron la recolección de firmas sabiendo que era inconstitucional, son corresponsables, junto con López Obrador, de engañar a la ciudadanía, atacar a la Corte y desacreditar el mecanismo de la consulta popular.
Ante la noticia del probable rechazo, varios obradoristas comenzaron a pedir en redes sociales que “la Corte escuche la voz del pueblo”. No obstante, como mencionó el magistrado de circuito Carlos Soto, “la voz del pueblo está plasmada en la Constitución. Esa es la que deben seguir los tribunales constitucionales. No confundamos ‘pueblo’ con una parte del electorado”.
Si a los obradoristas no les gusta la Ley de Consulta Popular, pueden cambiarla. Tienen mayoría. Lo inaceptable es usar proyectos ilegales como excusa para atacar a una Corte que solo hace su trabajo al detener un proyecto así. Los culpables del fracaso son quienes la promovieron sabiendo que esto iba a pasar: el presidente, la cúpula morenista, y los recolectores de firmas que engañaron al pueblo en las calles.
Los expresidentes no tienen fuero. Se les debe investigar de oficio, sin necesidad de consultas y de manera expedita. Y si hay delitos, se les debe castigar. Pero al obradorismo no le interesa la justicia ni los procesos; le interesan los espectáculos que distraigan a la gente del estado real del país. La consulta, como la “rifa del avión”, pasará a la historia como una de las cortinas de humo más patéticas en décadas.
@AlonsoTamez