Foto: Reuters Quien ahora son ante la ley su padre y hermanos (incluyendo al rey Philippe), se negaron a comunicarse con ella. La falta de relación con su nueva familia fue más difícil de entender para ella y sus dos hijos.  

Ahora Delphine de Saxe-Cobourg es una princesa, pero lo que tuvo que pasar para que le dieran el título no es envidiable, y más bien tiene que ver con un proceso personal de búsqueda de su propia identidad.

Ella es una artista que ganó una batalla legal para demostrar que el exrey Alberto II de Bélgica es su padre.

Ayer reiteró que no esperaba nada de su nueva familia, después de que un tribunal la convirtiera en princesa la semana pasada, pues el padre siempre negó el hecho.

Delphine recibió el título como resultado de un fallo judicial del 1 de octubre, después de que una prueba de ADN mostrara que el exmonarca era su progenitor, detallaron sus abogados. La mujer cambió su apellido de Boel a Saxe-Cobourg, que es el de su padre.

“Si hubiera hecho esto por el título, por el dinero, hubiera perdido”, dijo a periodistas durante su primera conferencia de prensa como miembro de la realeza en Bruselas, “voy a seguir siendo Delphine, no voy a andar por las calles diciendo ‘llámame princesa'”, agregó.

Delphine dijo que se sentía en paz y aliviada de que su historia se conociera. Alberto, quien abdicó hace seis años en favor de su hijo Philippe, había rechazado durante mucho tiempo su demanda.

La corte real no ha comentado sobre el fallo de la semana pasada, aunque el exrey había dicho anteriormente que no se opondría a las decisiones de la corte, que legalmente convierten a Delphine en su hija, sin reconocerla abiertamente.

 

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