Ángel Álvaro Peña

La organización inesperada de una caravana de migrantes hacia Estados Unidos en tiempos de pandemia acusa un trasfondo político que evidencia la intención de desestabilizar al gobierno de Donald Trump.

La mano que mece la cuna de la migración centroamericana es la de George Soros, experto en desestabilización de regímenes, por sólidos que parezcan. Soros es dueño de buena parte de los medios de información, incluyendo los de México.

Es uno de los hombres más ricos del mundo, señalado como el responsable de la quiebra del Banco de Inglaterra en 1992, hecho histórico para la banca internacional, denominado el “miércoles negro”, donde él obtuvo una ganancia de mil millones de dólares.

Es relacionado también con la Open Society Foundations, organización que crea, a su vez, fundaciones a lo largo y ancho de todo el mundo, y que canaliza fondos para diferentes causas como la educación, la salud y, sobre todo, los derechos humanos, fundaciones que le sirven como Caballo de Troya para tener injerencia en la política de buena parte de los países del planeta.

Ante esta prueba de fuego que colocan en territorio nacional, la Comisión Nacional de Derechos Humanos solicitó a autoridades de los tres órdenes de gobierno prevenir actos que vulneren las garantías individuales de las personas que integran la caravana de migrantes.

La caravana empezó a organizarse para 3 mil personas, sin embargo, a la hora de la salida de Honduras el número apenas llegaba a dos mil. Había dos factores que se convertían en un reto adicional, acostumbrados a caminar miles de kilómetros, advertían que era época de lluvia y una alta posibilidad de contagios de Covid-19; sin embargo, la necesidad de irrumpir en la campaña presidencial era una prioridad para los organizadores.

El jueves 1 de octubre llegaron a Guatemala casi dos mil migrantes, aprovechando que la frontera se acababa de abrir. La intención de las autoridades guatemaltecas era registrar a los migrantes, revisar sus síntomas más elementales para permitir el paso, pero los migrantes burlaron los retenes y pasaron por el cruce fronterizo de Corinto sin registrarse. Nadie intentó detenerlos.

La intención de los oscuros organizadores consiste en que buena parte de hondureños y salvadoreños llegue a Estados Unidos a pedir trabajo, pero en el camino, pueda acusarse al gobierno mexicano de violar los derechos humanos.

Todavía en territorio guatemalteco, un migrante murió al tratar de subirse a un tráiler en movimiento y ser aplastado por las llantas. A partir de este hecho los migrantes empezaron a reflexionar sobre los riesgos de continuar.

Las declaraciones de los migrantes a través del territorio guatemalteco parecían dictadas por un maestro de primaria. Todos hablaban mal de sus presidentes. Nadie quería permanecer en su país por miedo a la muerte. Fue a partir de este tipo de declaraciones que algunos de los migrantes reconsideraron su viaje. Apenas empezaban y la vida que quieren preservar en Estados Unidos podía desvanecerse en el trayecto.

En viajes anteriores los peligros existían también. El encuentro con los narcotraficantes que les quitaban el dinero, violaban a las mujeres y reclutaban a los jóvenes, era lo habitual. Ahora habría que sumar a esa grave situación el clima, la pandemia y la posible represión de parte de cualquiera de los cuerpos policiacos y agentes de migración.

Los migrantes fueron convocados por redes sociales, de un centro que nunca se supo su origen. Es decir, desde lugares no especificados comenzaron a llegar las invitaciones para las reuniones, a través de las cuales se les prometía comida y dinero para el viaje.

Los primeros días, jueves y viernes, tuvieron algo de alimento, para el sábado los alimentos prometidos desaparecieron, precisamente en el momento de aproximarse a la frontera con México.

Hace un par de años la caravana de migrantes fue organizada desde esquemas de comunicación similares, precisamente cuando las elecciones legislativas en Estados Unidos se aproximaban.

Por su parte, la agencia de inmigración de México dijo en un comunicado que implementaría una “migración segura, ordenada y regular” y no haría nada para promover la formación de una caravana. La embajada de Estados Unidos en Honduras advirtió el miércoles que la migración al territorio estadounidense era más difícil que nunca en este momento, y más peligrosa a causa del coronavirus.

Ante los operativos y las advertencias de autoridades mexicanas para evitar el paso de esta caravana por el país, la CNDH informó que ha desplegado un equipo de 18 visitadores adjuntos, médicos y psicólogos en la frontera sur del país, “para vigilar que se respeten sus derechos durante su eventual ingreso y tránsito por México, además de brindarles atención y acompañamiento, particularmente ante las medidas adoptadas por el Instituto Nacional de Migración, Guardia Nacional y autoridades de seguridad pública federales, estatales y municipales en los principales puntos de cruce en la frontera de México con Guatemala”.

Llama poderosamente la atención que en esta caravana los migrantes no han sido molestados por miembros de la Mara Salvatrucha, que en otros viajes les quitaban sus pertenencias. La caravana sigue ahora en dos sentidos: los que persisten en llegar a Estados Unidos, algunos de ellos se quedarán, probablemente para siempre en México, y otros se regresan a su tierra. PEGA Y CORRE. – El pasado viernes llegaron millones de vacunas contra Covid-19 a Venezuela, desde suelo ruso. Clara advertencia de Putin sobre sus países consentidos. Por su parte, científicos de Cuba avanzan en las investigaciones para la elaboración de dos vacunas contra el Covid-19, llamadas Soberana 1 y Soberana 2, las cuales se encuentran en fase de ensayos clínicos… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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