La intensidad es un camino tortuoso hacia la gloria en París y pocos candidatos desprenden un derroche de energía equiparable al de Diego Schwartzman. El argentino alcanzó en Roland Garros las semifinales de un major por primera vez en su carrera, confirmándose como uno de los grandes portentos sobre tierra batida del presente.
En una prueba de resistencia, el reciente subcampeón del Masters romano demostró estar preparado para asumir un reto mayúsculo: pelear por las rondas finales en los torneos del Grand Slam.
Diego sobrevivió por 7-6(1), 5-7, 6-7(6), 7-6(5), 6-2 tras cinco horas y ocho minutos ante el austriaco Dominic Thiem, subcampeón en las dos ediciones más recientes del torneo. El de Buenos Aires se convirtió en el primer semifinalista argentino en Roland Garros desde Juan Martín del Potro en la temporada 2008 y quemó otra etapa en una estupenda carrera deportiva. Para escalar hasta la penúltima ronda de París, una instancia reservada a los mejores, completó una obra de supervivencia.
Si Thiem golpeó con dureza desde cualquier punto, las piernas del sudamericano siempre tuvieron siempre una respuesta punto a punto.
Dominic se topó con un rival del todo menos manso. Bajo la cubierta del estadio Philippe Chatrier, protegido ante las lluvias de la capital francesa, Schwartzman mantuvo la mirada al No. 3 mundial en todo momento. El argentino ganó el primer parcial y amenazó con estirar su ventaja, quedando a dos puntos de cerrar el segundo y teniendo bolas de set en el tercero. Tras ver la derrota a dos puntos de distancia, una situación que haría temblar a cualquiera, Diego igualó el encuentro y mandó la batalla al delirio del quinto set, donde ganó.
LEG