Cuando a la actual administración se le acaben las fuentes extraordinarias de ingreso, cuando no haya más fideicomisos que desaparecer y más presupuestos que achicar, se verá en la necesidad de buscar ingresos.

Aun así, la propuesta de reforma fiscal que ahora hace el Fondo Monetario Internacional (FMI) para México es algo prácticamente imposible para un Gobierno del corte de la 4T.

El populismo del priismo del siglo pasado nos regaló muchas comodidades tributarias a cambio de mantener ese régimen. Acabaron por ser derrotados, pero los Gobiernos que llegaron, esos a los que les gusta etiquetar como neoliberales, no fueron capaces de terminar con muchas de esas prebendas tributarias que han estorbado al desarrollo del país.

No lo hicieron porque lo más cómodo fue mantener el diente clavado en los ingresos petroleros. Los recursos obtenidos de esa fuente no renovable no se reinvirtieron en infraestructura energética y se gastaron de forma irresponsable para no molestar a los contribuyentes-votantes ni con el pétalo de un aumento en los impuestos.

Y si no lo hicieron los desalmados tecnócratas, ¿qué esperar de los neo populistas?

En el plan de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, ese del que no se ha querido mover ni un milímetro a pesar de las crisis sanitaria y económica, se apunta que en el año tres de su Gobierno buscará una reforma fiscal.

Claro que como en la mayoría de sus planteamientos de Gobierno, no está incluida la forma como lo quiere llevar a cabo. Pero, ciertamente, eliminar esos privilegios para los contribuyentes-electores es algo que simplemente no puede estar en su radar.

Así que, cuando llega el FMI a proponer que se eliminen las exenciones en el pago del Impuesto al Valor Agregado y que se amplíe la base de contribuyentes entre los informales que no pagan impuestos, y otras medidas no populares, simplemente no tiene ninguna posibilidad.

¿En qué clase de reforma fiscal estará pensando el Presidente para proponerla después de las elecciones de 2021? Da terror pensarlo dados los antecedentes de desprecio hacia ciertos sectores sociales. Pero no será una que busque cobrar impuestos a los que no están acostumbrados a pagarlos.

Y bueno, el FMI ya encarrilado en eso de las recomendaciones a la 4T se avienta aquella que todo el mundo le repite al Presidente de cancelar el absurdo e inviable proyecto de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, y lo que se gana este organismo internacional es una letanía de descalificaciones al estilo de este Gobierno.

Un verdadero cambio estructural en materia fiscal en este país ha estado ausente desde los años ochenta. Desde entonces hasta la fecha, entre las crisis y el temor a perder electores, los Gobiernos no se han atrevido a hacer esos cambios profundos.

La crisis actual obligará en no mucho tiempo a este Gobierno a buscar fuentes de financiamiento, pero claramente no las encontrará en una reforma tributaria que vaya en el sentido correcto.

                                                                                                                                               @campossuarez