Por muchos años no solo fui testigo, sino que puedo decir que fui rehén de los abusos y caprichos de Napito, así como yo, varios compañeros más.

Tras ocupar la Secretaría General del Sindicato, el inexperto crío de Napoleón Gómez Sada pronto dejaría ver un tipo de liderazgo basado en imposiciones, caprichos y saqueos.

Recuerdo que cuando se iba a realizar la Convención Minera, evento para el cual 10 secciones de Grupo México, 10 de Peñoles y 12 de Altos Hornos (32 en total), las más grandes y numerosas del Sindicato, acordamos destituirlo, negarle el voto al dirigente impuesto bajo el sello de la herencia; sin embargo, en la Convención violó una vez más los estatutos y, por el contrario, nosotros fuimos los sancionados por un año. Hizo lo que quiso de las reglas y movió la Convención a cinco años después para evitar una remoción. Ahí dio muestra del nulo respeto que tiene a los estatutos sindicales, la Ley Federal del Trabajo y la Constitución.

Las violaciones a las leyes mexicanas no sólo las cometió en el Sindicato, sino que es sabido por todos que gracias a Morena ocupa una curul en el Senado sin importar que tiene nacionalidad canadiense. Se impugnó el hecho en varias instancias, en repetidas ocasiones, pero nada ha pasado, Napito sabe mover el tráfico de influencias en la 4T.

A pesar de controlar todo el dinero del Sindicato Minero, mismo del que no da cuenta, nunca ha podido frenar la crítica y reclamos que le hacen en redes sociales, situación que le frustra y por ahí dicen que hasta le enferma. Por ejemplo, hace unos días el internet lo exhibió cuando quiso dar a su esposa, Oralia Casso Valdés, un cargo sindical: la nombró suplente en la Secretaría de Conflictos Sociales y de Vivienda del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana. Sin tener experiencia, sin saber de minería y por supuesto sin ser trabajadora, la señora sería impuesta tal como pasó con su esposo en 2001.

La noticia rápidamente se conoció, y es que la propia Casso Valdés lo presumió en sus redes sociales. El hecho indignó a los agremiados, quienes en pocos minutos protestaron. Una vez más, la familia de Napito extendería sus redes en el devaluado pero lucrativo Sindicato.

La respuesta por parte de la sociedad fue tal que a las horas Napito se victimizó, dijo que había sido un malentendido, que lo estaban difamando y por supuesto que se trataba de una fake news, por lo que Oralia se quedará con las ganas, por ahora, de ser directiva de la empresa de su esposo.

Pero, regresemos un poco en el tiempo: Gómez Urrutia llegó a la Secretaría General no por votación, no por Convención, sino por el “dedazo” de su padre, y no pasaron ni cinco años cuando dio uno de los grandes golpes a la base trabajadora: despojar a los mineros de 55 millones de dólares.

Tras este hurto, huyó con todo el dinero a Vancouver, Canadá, donde vivió en el extremo lujo, con ese dinero y con las cuotas sindicales. Por más de 12 años ocupó un departamento valuado en siete millones de dólares, alquiló castillos en Europa para sus vacaciones y voló en jets privados, cosa que, por cierto, sigue haciendo. Derivado del saqueo y de las malas prácticas, le llovían órdenes de aprehensión por los hechos antes mencionados.

Puedo dar cuenta que junto con siete compañeros más fuimos obligados a viajar mes con mes a Canadá con 10 mil dólares cada uno para los gastos de vivienda y jurídicos del líder sindical, un pseudo líder que saqueaba a distancia al Sindicato.

Hay mucho más que contar de Napito y su familia, del Sindicato convertido en empresa familiar que se dedica incluso a la extorsión.

 

                                                                                                                                @CarlosPavonC