Qué tan sucia deben tener la conciencia los ministros y legisladores, que basta una amenaza del Ejecutivo, quien tiene todas las instituciones a su disposición, para que, a pesar de ser poderes independientes, aprueben todo lo que les ordena.
Como muestra dos ejemplos: la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de hacer la consulta popular a pesar del concierto de inconstitucionalidades que tenía la pregunta que tuvo que ser modificada por completo.
Y ahora, la extinción de 109 Fondos y Fideicomisos con los que el gobierno federal obtendrá al menos 68 mil millones de pesos, recursos que en muchos casos no le pertenecen, pues son autogenerados por los organismos e instituciones, es decir que, el gobierno se adueñará de dinero que no es suyo.
Los diputados de Morena y sus aliados del PT, PES y Partido Verde, hicieron oídos sordos e incumplieron la palabra que habían empeñado ante sectores como el cinematográfico y científico.
Es muy grave para la democracia de México que el presidente sólo ordene y todos los poderes cedan a sus caprichos; cuántas advertencias o amenazas de por medio pueden existir en contra de los principales actores políticos, sobre todo cuando el primer mandatario ha tomado como brazo castigador a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), que se ha encargado de congelar y descongelar cuentas de adversarios a contentillo.
La corrupción en la denominada Cuarta Transformación lejos está de acabarse, por el contrario, ahora desde los más altos niveles se solapa a cambio de aprobar todo lo que se les ordena; es decir, la usan como moneda de cambio, encendiendo con ello todas las alertas de un posible autoritarismo del Ejecutivo.