La historia nos ha demostrado que el del penacho de Moctezuma es un debate ocioso. Han sido muchos los episodios en los que México ha exigido a Austria la devolución de esta pieza prehispánica que se expone en el Museo del Mundo, en Viena. Lo que poco se sabe es que, técnicamente, su regreso es imposible.
En días recientes, a través de su esposa, el presidente López Obrador renovó la petición del Gobierno mexicano a su contraparte austriaca para que el penacho regrese a nuestro país, de donde habría salido en el siglo XVI, después de que el propio Moctezuma lo hubiera regalado a Hernán Cortés y éste enviado a Europa en la segunda década de aquella centuria.
México y Austria establecieron en 2010 una delegación binacional conformada por expertos de ambas naciones. Después de dos años de trabajo de restauración e investigaciones acerca de su estado, las dos partes concluyeron que, por las dimensiones de la vitrina en la que se encuentra resguardado, no tendría espacio en ningún tipo de avión de carga.
Aún más, no existe hasta hoy una tecnología que ponga al penacho a salvo de las vibraciones que harían que éste se desintegrara por completo debido a su fragilidad. Moverlo significaría prácticamente su destrucción.
El grupo binacional, encabezado por la historiadora María Olvido Moreno Guzmán, investigadora de la UNAM, y por la austriaca Melanie Ruth Korn, quien estuvo apoyada por la Universidad Técnica de Viena, coincidieron en ese entonces en la imposibilidad de trasladar esta pieza a su lugar de origen.
Muchos han sido los acercamientos diplomáticos de México para buscar la devolución de esta pieza prehispánica. Todos ellos infructuosos. Austria defiende su propiedad y ha sido, de manera respetuosa pero firme, tajante en que no lo regresará a nuestro país. A lo más que se ha llegado es a un convenio de cooperación con el que se podría prever un préstamo si las condiciones técnicas permitieran su traslado. La ciencia ha demostrado que esto no es posible.
Si México inicia una nueva cruzada por recuperar los tesoros que se encuentran resguardados en los principales museos de Francia, Italia o Austria, todo parece indicar que será tiempo perdido y un innecesario desgaste de los canales diplomáticos.
Segundo tercio. En donde ya se perdieron las formas diplomáticas es en Morena. La disputa por la presidencia de ese partido, en la que se enfrentan Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado, ha dejado de ser un asunto político para tornarse en cuestión personal. Quien fuera embajador de México ante la ONU (con el PRI) y la Unión Europea (con el PAN) echó a la basura sus cartas credenciales y el protocolo que va con ellas. Comienzan los arrepentimientos de quienes apoyaron su candidatura por el daño que ya ha hecho al movimiento mayoritario, el encono que se ha sembrado y las consecuencias que podría traerle en 2021.
Tercer tercio. Con la tercera encuesta dentro del desaseado proceso de sucesión interna de Morena, el Instituto Nacional Electoral se juega un buen porcentaje de su credibilidad. No porque esté en duda la solidez del ejercicio estadístico sino por la actitud de Muñoz Ledo, quien ahora desconoce las reglas del juego que él mismo aceptó jugar. Habrá que esperar.
@EdelRio70