Centro Jerome, una institución de terapia para niños con discapacidad ubicada en la Ciudad de México, perdió aproximadamente a la mitad de los niños que atendía a raíz de la pandemia.
“Nos afectó mucho se nos fue la mitad de la población, tengo también la clínica de autismo por la demanda de niños con autismo y la verdad es que comenzamos a dar las terapias en línea, pero aún así muchas personas se quedaron sin trabajo, otros no podían tener las actividades en línea”, dijo a 24 HORAS la fundadora de Centro Jerome, Rosy Orozco.
“Hemos estado sobreviviendo, evidentemente no venimos todos lo días, no venimos todos al mismo tiempo, tenemos todos los permisos en orden, tenemos una entrada y dos salidas para que no se junten las personas, clausuramos la parte de cambiado de pañales, el aforo es también reducido; ahora las personas tienen que venir en auto, no es por discriminación, pero si vienes en transporte la incidencia de contagio es mayor, y también las terapeutas tampoco vienen diario”, explicó.
Centro Jerome es un centro de terapias especializado en atención de bebés y niños con Síndrome de Down, autismo, asperger, déficit de atención, hiperactividad y cualquier otra alteración en el desarrollo.
La migración a sus clases cognitivas y del habla a un formato virtual ha permitido que Centro Jerome pudiera ampliar el alcance de sus terapias y brindar sus servicios no solo en la Ciudad de México, sino en lugares como Veracruz y Tijuana, o incluso a países como Colombia y Ecuador.
Su fundadora comenta que antes de la pandemia atendían a 130 niños, pero seis meses después del inicio de la pandemia, cerca del 40% de sus alumnos con Síndrome de Down y autismo dejaron de ser atendidos, sobre todo por cuestiones económicas.
“Somos un centro que está a favor de la inclusión, no todos los niños lo pueden lograr, pero la mayoría sí, si empezamos con un trabajo oportuno, como es el trabajo que damos de intervención temprana. y hacemos convenios o buscamos escuelas donde tengan inclusión, donde una vez que caminan les quitamos el pañal, vemos que coman solos, que sigan instrucciones porque si los mando así sin saber o me los consienten o me los dejan en una esquina sin hacer nada, y entonces la mejor etapa de la vida de los niños que es de que caminan a los seis años para aprender esas habilidades se pierde”, dijo.
Hace 12 años y medio tras leer, investigar y atender a su propio hijo con trisomía 21, Rosy Orozco se dio cuenta de lo costoso que resulta atender esta condición, por lo abrió Centro Jerome que para ayudar a más papás en esta situación.
“Yo me di cuenta que hay un serio problema en México de atención a la discapacidad por parte médica y por parte de profesionistas, se lucra mucho con la discapacidad”, dijo.
Para estos grupos de niños, las terapias físicas son indispensables, por lo que otro de los cambios fuertes que sufrieron tienen que ver en esta materia.
Pese a todo ello, Rosy se mantiene comprometida con poder brindar apoyo y se reconoce feliz pues tanto sus terapeutas como los pacientes y sus papás están satisfechos con lo que realizan.