En México, una mujer ha sido diagnosticada con Covid-19 e Influenza al mismo tiempo y, los padres de niños con cáncer, continúan denunciando la escasez de tratamientos; mientras tanto, en calles de la Ciudad de México, fue robado un camión con 10 mil dosis de vacunas contra la influenza y de una bodega sustrajeron casi 40 mil medicamentos contra el cáncer infantil.
¿Porqué el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, no custodia los medicamentos con la misma vehemencia que cuida la construcción de sus obras faraónicas?
Hasta el momento, ninguna autoridad ha dado a conocer los contratos entre el gobierno y la empresa argentina Kemex, fabricante de los medicamentos oncológicos, y mucho menos el contrato con la empresa Novag, quien almacenaba dichos fármacos.
Resulta inconcebible que productos de tan alto valor sanitario y económico, no contaran con la mínima seguridad que exige la Norma Oficial Mexicana 059, sobre buenas prácticas de fabricación de medicamentos.
Pero, más extraño, por no decir sospechoso, resulta el hecho de que hayan aparecido una semana después, abandonados en la calle en bolsas de basura.
De la misma manera, el robo de 10 mil dosis de vacunas contra la influenza, despierta la sospecha de lo que está pasando en la Secretaría de Salud: ineficacia, ignorancia, negligencia o corrupción.
La desaparición de las vacunas fue alertada una semana después de conocerse que en consultorios y farmacias privadas, se estaban vendiendo a pesar de tener la leyenda de uso exclusivo para el sector salud.
Cuánta soberbia se debe tener para no aceptar que el tema de salud se les desborda de las manos y eso sin contar el incremento de contagios que está registrando el país por Covid-19.