¿Saben dónde los conocí?
A ellas escarbando tierra con la esperanza de encontrar algún rastro de sus hijos, hijas, hermanos, amigos. Son incansables, creativas, admirables. Arrastran cubetas de tierra de terrenos alejados para ver si de casualidad una de esas piedritas blancuzcas, se tratara de un pequeño huesito, que fuera capaz de narrar la historia de horror que vivió ahí, pero le dijera a alguna familia en el país “ya descansa, porque él ya lo está haciendo, ya apareció”.
A él, a ellos, a todos, los conocí caminando, infatigables, dejando centímetros de suela sobre el asfalto caliente, exigiendo justicia. Imaginen como cambió su vida cuando le avisaron que sus hermanos habían sido asesinados, sólo porque algún criminal decidió que podía tomar vidas ajenas en sus manos.
Los conocí organizando a más colectivos, convocando a marchas, sintiéndose un poquito menos solos si había otras vidas rotas, no se complementaban, pero se hacían compañía.
A todos ellos los dejaron quebrados, sintiendo esa soledad que entendemos quienes nos hemos enfrentado a un México irreal, sacado de una película de terror.
Pues gracias a todos ellos. Todo el país debería acompañarlos en esta batalla.
En sus manos y uñas llenas de tierra escarbada, hay tierra, tierra que debería dar frutos, no cadáveres ni cenizas.
Ellos abrieron zanjas solos, sin apoyos de gobierno, con su creatividad e ingenio, dando lata, mucha lata a las autoridades para que se activaran y decidieran apoyarlos, tocaron puertas hasta que eso recursos comenzaron a caer.
Y es que no hay dinero que alcance cuando decides dejar todo por buscar a tu hija, no piensas en trabajar, en comer, ni en guarecerte, “si ella no come, nosotros tampoco, si ella tiene frío nosotros no merecemos estar arropados” y así se les va la vida, pero siempre motivados por encontrarlos. Sólo encontrarlos.
Un día empezaron a gotear los fondos y les ayudaron sólo un poco a menguar sus necesidades. Podrían buscar mejor si sabían que había un pan en casa, o quizá la prenda ligera que los ayudaría a seguir hurgando en el México violento.
Esos fondos los exprimían hasta el cansancio, cada peso nunca fue mejor utilizado, porque era además de por buscar, para devolverle al país un poco de la dignidad perdida. Porque aceptemos que vivir con delincuentes con el alma echa añicos, duele y nos avergüenza.
Pues eso recursos se van, el presidente López Obrador decidido cerrar la llave. Quizá tenga razón, muchos eran blancos de fraudes y desfalcos, pero y los demás ¿no existe un poquito de criterio en su gobierno para reparar y no tirar? Como lo dije la semana pasada, si un día el presiente se fuera a un campamento de búsqueda, pensaría muy diferente, pero ni modo, no somos dignos de que nos entienda.
López Obrador no entiende que si les quita los recursos, le pone él mismo la pistola a los defensores de los derechos humanos, a los desplazados, realmente gente que depende de esos fondos para sobrevivir. Quitárselos se convierte en una condena de muerte.
También afecta a periodistas, quienes por hacer bien su trabajo, sufren amenazas, ahora sin recursos quedan indefensos. Hoy, en esta jornada de protesta, me sacudió ver a niños, si como sus hijos, como los míos, muchos huérfanos, buscando a sus padres.
Quieren matar la poca esperanza que existe, hay muchos voluntarios que donan sus talentos y solo piden un poco de apoyo. Todo ese talento se va a desperdiciar, está dejando sin voz a cientos de víctimas, acallará esa voz ya entrecortada de lágrimas.
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Pero sabe quizá cuál sea la aportación más importante de las buscadoras, encontrar cuerpos porque en este país sin pruebas no hay delitos, todos ellos combaten la impunidad, quizá sean la parte más importante de nuestro sistema de justicia.
Presidente, seamos realistas, ¡No existe ninguna garantía de que los recursos lleguen sin los fideicomisos, aun no tienen ningún mecanismo, no ha aclarado y se va a convertir de nuevo en cuestión de su buena voluntad, que tan buena como ineficiente es!
¿Otra prueba de sus incumplimientos? ¿No habría represión? Ayer por la noche, aprovechando la oscuridad todos estos colectivos que se manifestaban afuera del Senado fueron encapsulados por la policía de la Ciudad de México, además, a lo largo del día hubo desencuentros con sus policías disfrazados de civiles que resguardan el Senado, según yo creía su labor era cuidar al pueblo, pero ni hablar, todo sigue igual, la clase política demostrando todo su poder.
Ya el crimen una vez nos puso de rodillas, ahora el gobierno también pretende hacerlo, será su moneda de cambio con el que podría chantajear a las víctimas, los recursos los convierten en un sistema de control perverso. Somos cientos los que nos manifestamos, pero deberíamos de ser millones, el país debería despertar y no esperar a ser víctimas.
Despierte señor Presidente, no perseguimos ningún fin político, es asunto de vida o muerte, si gusta, le compartimos un poco de la humildad que encontramos un día enterrada, junto a los restos de un hijo que jamás despertó.
Con información de Quadratin
ICA