Pírricos, irrelevantes o como muchos de los detractores del otrora partido hegemónico los quieran calificar, los resultados del Partido Revolucionario Institucional en Coahuila e Hidalgo resultan altamente relevantes en un contexto en el que el tricolor no ha dejado de ser percibido como un instituto político en vías de extinción.

 

Si bien se trata de dos comicios locales -en Coahuila para renovar congreso y en Hidalgo para el cambio de ayuntamientos-, y cuyos resultados obedecen a lógicas estatales, podría decirse que el PRI ha pasado la primera aduana en su proceso de reconstrucción interna tras los resultados en las elecciones presidenciales de 2018 y del desgaste que su imagen ha sufrido en los últimos años.

 

El triunfo del domingo pasado -en Coahuila ganó los 16 distritos electorales y en Hidalgo obtuvo 32 de los 84 municipios (los de mayor densidad poblacional)-, coloca a este partido como la primera fuerza política en ambas entidades.

 

Coahuila e Hidalgo son gobernados por mandatarios surgidos del tricolor que disponen de una amplia aceptación local. En el caso de Miguel Riquelme, los coahuilenses lo colocan en el lugar número cinco de la tabla nacional, mientras que los paisanos de Omar Fayad lo ubican en el sitio 13 del tablero, según datos de Consulta Mitofsky para septiembre de 2020.

 

Mensajes contradictorios han surgido de Morena de cara a este proceso. El aún líder de este partido, Alfonso Ramírez Cuéllar, cuestionó el sentido de los comicios y dijo no reconocer los datos surgidos de los institutos electorales de ambos estados.

 

Ávido de reflectores, Porfirio Muñoz Ledo, aspirante a la presidencia de Morena, reconoció implícitamente la derrota tras afirmar que “las elecciones en Coahuila e Hidalgo constituyeron un serio revés para nuestro partido.”

 

No todo es negativo para Morena. El hoy partido mayoritario registra un avance considerable en las dos entidades y desbanca al Partido Acción Nacional, que queda relegado en un preocupante tercer lugar que debería encender las alertas en esa organización que pretende colocarse como la alternativa en las elecciones que tendrán lugar en 2021, las más grandes en la historia de nuestro país.

 

Satisfecho deberá estar el presidente del PRI, el campechano Alejandro Moreno, de haber invertido tiempo y capital político en reconstruir los lastimados tejidos internos del tricolor. Este nuevo impulso que toma su dirigencia nacional podría darle las herramientas que ese partido necesitará para dar la batalla el próximo año y pretender mantener al menos dos plazas importantes: Sonora y Sinaloa, estados en los que los respectivos gobernadores han tenido un buen desempeño, están bien calificados y han sabido cohabitar con el nuevo régimen del presidente López Obrador.

 

Ante este nuevo capítulo se impone la lectura del ensayo Come Back o el arte de regresar en política, de Christan Delporte, historiador especialista en medios de comunicación de la Universidad de Versalles. De suma utilidad en el México de hoy.

 

Segundo tercio. La inminente salida de Alfonso Durazo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana para contender por el Gobierno de Sonora abre un importante espacio de reflexión para el presidente López Obrador.

 

Tercer tercio. La decisión sobre el nuevo titular de Seguridad Pública será interpretada como el mensaje que quiera enviar a la delincuencia organizada.

 

                                                                                                                                  @EdelRio70