Dicen que la salud no tiene precio, pero cuando se trata de obedecer las órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador, esta resulta muy cara.
La semana pasada, la mayoría de Morena y sus aliados del Partido Verde y Encuentro Social, se empeñaron en sesionar para desaparecer 109 Fideicomisos y Fondos públicos, tal como lo ordenó el primer mandatario, sin importar el riesgo que representaba sesionar en un recinto pequeño, sin aire acondicionado y, sin sana distancia entre los escaños, a pesar de la pandemia de Covid-19.
Peor aún, con toda irresponsabilidad, el presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, el morenista Alejandro Armenta, acudió a la sesión a pesar de que 10 días antes había dado positivo a Covid-19.
El senador por Puebla, trató de justificar su alta médica con una carta de un Centro Hospitalario poblano que no tiene fira del médico y en la que asegura que su enfermedad está superada, a pesar de no haber guardado al menos los 14 días de convalecencia, que piden las autoridades de salud para evitar contagios.
Pero poco les valió el Covid-19 a los morenistas, lo único urgente en ese momento era desaparecer los apoyos que a través de los Fideicomisos se otorgaban a familiares de personas desaparecidas, mujeres violentadas, atletas, científicos, investigadores, ex trabajadores migrantes, cineastas, defensores de Derechos Humanos, periodistas, víctimas de desastres naturales, entre otros.
La insensatez de no guardar la cuarentena o de acudir al Senado con síntomas de enfermedad, desafortunadamente ya tuvo consecuencias: del martes pasado a la fecha los senadores Guadalupe Saldaña del PAN y José Alberto Galarza de Movimiento Ciudadano dieron positivo, mientras que de manera lamentable, el senador de Morena por Tlaxcala, Joel Molina Ramírez, perdió la vida el sábado pasado como consecuencia del virus SARS CoV2.
Como diría la vieja canción, parece que para Morena, la vida no vale nada.