José Sarukhán
FOTO: ESPECIAL El investigador emérito fue enfático al decir: “Debemos establecer qué niveles de bienestar queremos: ¿los que sean, a cualquier costo?”  

El problema ambiental global que enfrenta la humanidad debe atenderse de manera integral, porque su solución requiere la participación de científicos, sociólogos, psicólogos sociales, economistas, antropólogos, historiadores, entre otros, aseguró el exrector de la UNAM, José Sarukhán Kermez.

En la conferencia magistral “El desarrollo sostenible más allá de la pandemia”, en el marco del 13º Diálogo Nacional por un México Social, expuso: “Pensamos que la ingeniería ambiental lo debe resolver, o que es tarea de la secretaría del medio ambiente. Si eso no cambia, no lo vamos a resolver de ninguna manera”.

Durante el encuentro organizado por el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM, agregó que se necesitan una gran transdisciplina y también interdisciplina, que no estamos utilizando.

El titular de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) al hacer un análisis de esta problemática estimó como única salida el concepto ético, filosófico, práctico, del desarrollo sustentable; es decir, manejar el planeta de la manera más inteligente posible, tratar de dejar mejores condiciones de las que tenemos hoy para las generaciones futuras.

El investigador emérito fue enfático al decir: “Debemos establecer qué niveles de bienestar queremos: ¿los que sean, a cualquier costo?”.

Definió entonces que los consumidores provocan que las grandes compañías se fortalezcan y marquen las agendas internacionales de por dónde debe ir la economía y los movimientos financieros del planeta.

Y advirtió: “Si no nos damos cuenta de eso, estamos en el error más grande. No sólo se trata de quienes hacen dispendios lujosos, sino de quienes no tenemos cuidado con el tipo de productos que compramos y el impacto económico, social y ecológico que tienen”.

Para José Sarukhán volver a la “nueva normalidad” no es sólo usar cubrebocas o mantener reglas de higiene –aunque son necesarias–, sino cambiar profundamente de actitud y de comportamiento con el planeta y con todos los demás seres humanos.

Dejemos de pensar que la única manera de demostrar éxito en la vida es la acumulación de bienes materiales; hay otros aspectos sin medida económica que son más importantes y satisfactorios. Definamos las bases filosóficas de esta situación, de justicia, de equidad, y llevémoslas a un discurso social entendible por todos. Para ello nos quedan sólo dos o tres décadas más, alertó Sarukhán.

Hizo ver que los seres humanos hemos dañado severamente el planeta; ahora, una manera de establecer la relación de respeto hacia la Tierra es comportarnos como una especie biológica más y concientizarnos que hemos generado la capacidad real de alterar profundamente el proceso evolutivo del que somos producto, y el procedimiento mismo de la evolución.

“Seguimos sin entender que los humanos somos producto de un proceso evolutivo que sigue funcionando día con día desde hace cuatro mil 500 millones de años, cuando apareció la vida en el planeta”.

“No entendemos que somos animales mamíferos, primates que salimos de ecosistemas y que tenemos cercanía genética con otros organismos, hasta en 98 o 99 por ciento con algunas especies de chimpancés, y hasta casi 20 por ciento con un diente de león”, refirió el también integrante de El Colegio Nacional.

Al comentar la conferencia, Enrique Provencio, integrante del PUED, cuestionó: cómo vamos a definir nuestro umbral civilizatorio en los siguientes años. “Aún tenemos una inercia de impacto muy fuerte para las próximas décadas en el mantenimiento de hábitats, regulación del clima, etcétera. No hay una sola de las funciones ambientales de los hábitats que tenga una tendencia positiva. Según los escenarios, por lo menos hasta 2060 habrá grandes cambios de uso de suelo y alteración de ecosistemas”.

En ese sentido, abundó, se debe pensar en una nueva idea de límites del crecimiento económico, como nos ilustra con gran claridad la pandemia. El cambio ambiental impacta nuestra calidad de vida. La razón para modificar el enfoque también tiene que ver con el bienestar y la salud; por ejemplo, a nivel mundial el consumo de cárnicos y sus derivados excede casi tres veces los límites saludables.

Detrás del aumento de zoonosis, como la del SARS-CoV-2, está el incremento en la demanda de proteína animal, la intensificación insostenible de la agricultura y la sobreexplotación de especies silvestres. La crisis actual obliga a replantear modalidades de acción productiva, sostuvo el experto.

A su vez, el director de la Facultad de Economía y moderador de la sesión, Eduardo Vega, cuestionó si realmente queremos movernos al desarrollo sustentable, ya que parece que no acabamos de comprender que se deben hacer replanteamientos para acercarnos a la mejor ruta posible.

En materia de salud

Al participar en la mesa 2 “¿Qué sistema de salud requiere el Estado de bienestar?”, el titular del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) de la UNAM, Samuel Ponce de León Rosales, expuso algunos resultados de la investigación biomédica mundial de los últimos años, los cuales señalan una disminución de más del 70 por ciento en la mortalidad por enfermedades cardiovasculares desde 1963, o una reducción de uno por ciento anual de la mortalidad por cáncer desde hace 15 años, “son resultados que no han llegado a México”.

Consideró que un sistema de salud óptimo debe ser universal (con cobertura completa de la población y cobertura territorial equilibrada); comprensivo (vinculado con programas de cuidado ambiental y de biodiversidad); incluyente (en colaboración con la industria farmacéutica); mixto (con un sistema híbrido entre el sector público y el privado); y accesible (con servicios al alcance de toda la población). “También debe ser eficaz, eficiente y excelente”.

En tanto, Hortensia Reyes Morales, del Instituto Nacional de Salud Pública, destacó que el sistema de salud en el estado de bienestar requiere acceso efectivo a la cobertura universal, protección financiera, recursos para la atención y servicios de alta calidad.

Juan Pablo Gutiérrez Reyes, del Centro de Investigación en Políticas, Población y Salud (CIPPS) de la UNAM, se pronunció a favor de cerrar brechas entre poblaciones, integrar nuevos fondos, priorizar la salud y tener un enfoque de determinación social, con sinergias entre acciones sociales.

 

TFA