Cual sea el resultado de las elecciones presidenciales celebradas ayer en Estados Unidos, el rumbo que adopte nuestro vecino del norte habrá de estar marcado por los cuatro años de gestión de Donald Trump, un mandatario que vino a trastocar uno de los principales argumentos de los que la primera potencia mundial se servía para ejercer su hegemonía en el planeta: su fortaleza democrática y una ejemplar estabilidad interna.

 

La llegada de Trump a la Casa Blanca significó la culminación de diversas corrientes ultranacionalistas que alcanzaron el poder en las últimas dos décadas en distintas latitudes como resultado de una profunda crisis de las democracias liberales y un creciente descrédito de los gobiernos surgidos de éstas.

 

No son menores los movimientos extremos que, como sucedió en Estados Unidos en 2017, promovieron con fines políticos y de manera exitosa una filosofía de ultra patriotismo, que el escritor argentino Jorge Luis Borges llegó a calificar como la “menos perspicaz de las pasiones”.

 

En los últimos años, el extremismo se hizo realidad en Rusia, con Vladimir Putin; en Turquía, con Recep Tayyip Erdogan; en Hungría, con Víctor Orbán; en Brasil, con Jair Bolsonaro, y en Polonia con Jaroslaw Kaczynski como vice primer ministro. Francia, Alemania, España, Finlandia, Austria, Suecia y Países Bajos, por citar algunos ejemplos, han asistido a un preocupante avance de los partidos nacionalistas y se encuentran hoy frente a un inminente riesgo de que puedan, en un futuro cercano, alcanzar las más altas esferas del poder.

 

Lo sucedido en Estados Unidos hace cuatro años ha sido catastrófico no sólo para esa nación sino para la salud de la democracia a nivel mundial. En las formas, como lo definió Jesús Silva-Herzog Márquez, ha sido “la política de la burla, del insulto, de la vejación”. Más en el fondo, ha sido, entre muchos aspectos más, el regreso de la confrontación racial en la sociedad estadounidense y de una idea supremacista de la Unión Americana.

 

Los cuatro primeros años de la administración Trump han sido la coronación de una especie de nacionalismo contemporáneo, una expresión adaptada al siglo XXI de lo que a lo largo de la historia de la humanidad se ha conocido, en su acepción extrema, como una doctrina que se fundamenta en la creencia de una sociedad que se define superior por sus bases étnicas, políticas, económicas o militares.

 

Lo que en Estados Unidos acontezca en estos días debe importar, primero, a la sociedad norteamericana, pero, a mayor escala, al mundo entero. Una eventual derrota de Donald Trump sería un claro mensaje para los movimientos nacionalistas que ponen en riesgo la estabilidad del mundo de que el límite de los extremos sigue estando en las urnas.

 

Segundo Tercio. México da un paso más en la llegada de la vacuna contra el Covid-19. Ayer, el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, anunció que las primeras dosis con fines de ensayo se encuentran ya en nuestro país.

 

Tercer tercio. Más de 10 mil voluntarios mexicanos participarán en la Fase tres de esta vacuna que produce el laboratorio de origen chino CanSino. Las pruebas se realizarán en 20 centros de salud distribuidos en 12 estados. Buenas noticias en este sentido.

                                                                                                                    @EdelRio70