Fidel Velázquez tenía una frase que de cuando en cuando soltaba en sus conferencias de los lunes para referirse a sus supuestos compañeros de militancia partidista:

“Somos compañeros del camino, no del itacate’’.

Pues lo mismo pensaron en la DEA cuando decidieron investigar al general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional, sin comunicarlo a ninguna autoridad en México.

Aunque ya el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, externó oficialmente la molestia del Gobierno mexicano, a la DEA no le importó un comino y menos al presidente Donald Trump, dedicado los últimos meses más a su campaña de reelección que a gobernar.

Ayer, los coordinadores parlamentarios de todos los partidos en el Senado enviaron una carta al embajador de Estados Unidos en México, Chirstopher Landau, en la que exigen conocer cuáles son los delitos que se le imputan al general, cuáles son los datos de prueba, por qué no se informó al Gobierno mexicano de la investigación.

¿Cuál es la calidad de los testigos, si son protegidos, si son de oídas, presenciales, quién es el sujeto que declara que el general Cienfuegos es “el Padrino’’?

Nomás les faltó preguntar si primero va el cereal o la leche.

El caso es que no les falta razón a los senadores para pedir esas explicaciones que el Gobierno federal, al menos públicamente, no pidió aunque sí se mostró enojadito.

Los senadores aseguran que la detención de Cienfuegos podría tener repercusiones en la seguridad nacional en México.

A ver si Landau, que se ha mostrado tan contento en nuestro país, responde lo que la DEA no quiere revelar.

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Por cierto ayer se realizó la primera audiencia, en New York, del general Cienfuegos ante un juez.

El militar mexicano se declaró “no culpable’’, que para efectos pudiera interpretarse como inocente pero que en el sistema penal estadounidense se puede interpretar de diversas maneras.

Como sea, apenas comienza este periplo para Cienfuegos, que podría verse afectado de alguna manera con el resultado de las elecciones.

A ver.

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Ernesto Gándara Camou, a quién se veía como uno de los precandidatos más fuertes del PRI a la gubernatura de Sonora, renunció a su militancia partidista.

“No es una ruptura con el partido’’, dijo Gándara, quien apuesta a ser candidato ciudadano respaldado por algún -o algunos- partido de reciente creación y de un movimiento social amplio.

Gándara tiene buen reconocimiento en el estado pero su renuncia a la militancia permite presumir que él no sería el candidato del partido ni de la gobernadora Claudia Pavlovich.

El ex senador será candidato a gobernador, ni duda cabe, pero se enfrentará al aparato representado por Alfonso Durazo y eventualmente a un candidato priista.

Va a estar dura la pelea.

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No quedó claro si Emilio Zebadúa recibió el “criterio de oportunidad’’ o sea la categoría de protegido, a cambio de delatar a quienes fueron sus jefes directos e indirectos o permanece como prófugo de la justicia.

No sabemos si la Fiscalía General de la República lo tiene a buen resguardo, como hizo con Emilio Lozoya, si se dejó sin efecto la orden de aprehensión en su contra o fue presentado ante un juez.

Para que López Obrador se haya referido al caso Zebadúa como “muy feo’’ poniendo cara de “fuchi guácala’’, es que de verdad el tema hiede.

Como sea, los dos casos emblemáticos de este Gobierno de combate a la corrupción descansan en los dichos y pruebas que puedan presentar dos impresentables.

LEG