1) Donald Trump es el primer presidente desde 1892 que ha perdido dos veces el voto popular. Benjamin Harrison ganó el Colegio Electoral en 1888 contra el presidente Grover Cleveland, perdiendo el voto popular por 0.8 puntos porcentuales. En su intento de reelección cuatro años después, Harrison volvió a perder el voto popular, pero ahora Cleveland sí le superó en el Colegio por siete votos.
2) Esto no quiere decir que el trumpismo esté muerto. Para nada. Recibió 71 millones de votos y Biden tendrá que extenderle una mano a la base republicana. Una forma de hacerlo es incorporando a uno o dos republicanos de peso a su gabinete y aumentando la atención a los blancos y latinos que prefirieron a Trump. Esto sería congruente con su llamado a “sanar” las heridas que dejó la campaña.
3) La mayoría de los americanos —por una diferencia que ronda los 4.5 millones de votos— castigaron al modelo populista del empresario, caracterizado por dividir al país en dos —pro-Trump y anti-Trump—, pero solo reconociendo la legitimidad democrática y las virtudes de los primeros. El bloque populista y nacionalista internacional, con sus exponentes de derecha e izquierda, perdió a su mayor aliado.
4) El modelo con una reelección de 4 años está diseñado para sacar a los malos gobernantes del poder y premiar con otro mandato a los que la gente considera buenos. Bajo esa métrica, los americanos hicieron de Trump un presidente fallido. Sin embargo, el mensaje implícito más importante del triunfo de Biden, por mucho, es que en política la verdad, la decencia, el respeto, y la empatía, todavía importan.
5) John C. Calhoun, vicepresidente de EE. UU. entre 1825 y 1832, es probablemente el personaje más racista que ha ocupado esa oficina. Calhoun, quien tenía decenas de esclavos y era un férreo defensor del esclavismo, llegó a referirse a este como un “bien positivo” en 1837. Casi 196 años después, Kamala Harris, exsenadora de color de padre jamaquino y madre india, asumirá el mismo cargo.
6) En democracia los perdedores importan más que los ganadores, porque los perdedores legitiman la competencia. Entre líneas, la concesión del derrotado significa: “Apruebo las reglas con las que perdí, reconozco la voluntad popular, y sé que puedo volver a competir”. Hoy Trump alimenta la idea de un fraude sin pruebas, y confirma que le importa más el poder, que proteger un sistema de 232 años.
7) AMLO empieza con el pie izquierdo la relación con Biden. Primero, con la decisión de no visitarlo en julio cuando fue a EE. UU. en plena campaña. Dicha visita fue un claro espaldarazo a Trump y los demócratas tomaron nota. Y ahora, con AMLO alimentando la teoría trumpista del fraude y negándose a felicitar a Biden cuando decenas de líderes ya lo hicieron. Como ya demostró la reacción de varios congresistas, la relación con Biden ya tendrá que repararse y aun ni siquiera comienza formalmente.
@AlonsoTamez