Al virtual presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, le tienen sin cuidado los traumas de la 4T, si el mundo se apresuró a felicitar a Felipe Calderón cuando López Obrador perdió las elecciones de 2006 y no esperaron esos líderes globales a la resolución judicial.
Lo más probable es que el demócrata haya podido dormir de maravilla tras amarrar su triunfo, a pesar de no contar con la felicitación de Andrés Manuel López Obrador.
Es también prácticamente un hecho que Joe Biden no dedicará mucho de su tiempo como presidente de los Estados Unidos a lidiar con el Presidente y con el Gobierno mexicano.
Hay que dar por un hecho que uno de los nombres que primero vamos a aprender y a repetir en México es el del futuro titular del Departamento de Estado del Gobierno que se inaugura en enero de 2021.
Pero si hay algo a lo que sí podemos aceptar es que la presidencia demócrata de los Estados Unidos no concederá nada al Gobierno mexicano de la 4T en cuanto a cumplir sus obligaciones con los intereses de los estadounidenses.
No pasará de noche el antecedente de que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador se apresuró a felicitar a Evo Morales como supuesto ganador de su tercera reelección, cuando claramente fue un proceso amañado. Cuando huyó de su país por tramposo, la 4T le mandó un avión, lo recibió con caricias en la cara, lo refugió y lo cuidó con guardia militar. Como recompensa, este Gobierno no recibió ni las gracias cuando ese aspirante a dictador salió de México por la puerta trasera.
Le podrán pasar al Gobierno mexicano ser comparsa de Donald Trump y el regateo al reconocimiento del triunfo de Biden, pero no dejarán pasar los desplantes que hace esta administración a las empresas energéticas de los Estados Unidos.
Y no será en lo personal que Joe Biden quiera entrar en controversias con el presidente mexicano. Pero no pasará mucho tiempo antes de ver como la institucionalidad está de vuelta en Estados Unidos y las presiones del Departamento de Estado, del Departamento de Comercio o del Departamento de Energía se sienten ante un país que ha optado por no dar un trato equitativo a las empresas estadounidenses.
No, la verdad es que no debe pesar mucho en el ánimo de Joe Biden que López Obrador no lo felicite. Tampoco le debe sorprender que Vladimir Putin o Jair Bolsonaro tampoco lo hagan. Los más sorprendidos y hasta ofendidos en Estados Unidos son algunos medios y no pocos congresistas, que lo tomarán en cuenta.
Pero lo que realmente va a marcar un cambio será la relación entre un Gobierno que regresa a los cauces institucionales con un Gobierno populista con tendencias de respaldo a los Gobiernos menos democráticos del sur del continente.
Cuando los demócratas hagan valer las agendas de la relación bilateral será cuando se noten las verdaderas diferencias entre los dos Gobiernos.
@campossuarez