Tan obstinado en adquirir futuro, el Real Madrid está a punto de desprenderse de lo que tiene de presente… que no es demasiado.
¿Qué queda del conjunto merengue sin Sergio Ramos? Muy poco como pudo verse en la vuelta de los octavos de final de la pasada Champions League ante Mánchester City o en el bochornoso estreno de la presente ante el Shakhtar en los que no estuvo el capitán; casi nada como evidencian las seis derrotas en sus últimos siete cotejos de Liga de Campeones en los que estuvo ausente; o en términos de anotaciones, no alineando Ramos los merengues meten un tercio de gol menos por partido y reciben 0.4 más.
Por si lo numérico no bastara para dimensionar, basta un vistazo a la orfandad de esa línea defensiva cuando por una u otra razón se prescinde del zaguero sevillano: Raphael Varane, titularísimo en el título mundial de Francia y multilaureado con el Madrid de las cuatro Champions, muta en lo que parece un nervioso adolescente en su noche de debut: regalos absurdos, autogoles, líos con el balón. Los laterales en el extravío. El medio campo desconectado y falto de solidaridad. Los atacantes desprovistos de la única presencia de área que resta desde que se marchó Cristiano Ronaldo, que es ese mismo defensor veterano y el magneto de su cabeza para con el balón.
Nociones que no está sopesando el Real Madrid al pretender llevar la extensión de contrato de Sergio Ramos al formato de ir renovando año por año. Se comprende que a su edad no es prudente un vínculo a largo plazo y más tratándose del sueldo más elevado del plantel. No obstante, suplir a Ramos hoy representaría hacer un par de comprar que nunca bajarían de los 100 ó 120 millones de dólares (sólo el impreciso y errático Militao costó cerca de 60 millones), sin que eso garantice éxito atrás ni contundencia al frente, ya no decir en términos de liderazgo.
Pocas veces otro zaguero ha provocado semejante impacto en su club. Me atrevo a mencionar a Franz Beckenbauer, Bobby Moore, Daniel Passarella, Paolo Maldini, quienes junto con el español es posible que compartan el Olimpo de los defensores. En ese plano se encuentra Ramos.
Si el Madrid le prorroga por dos años más otro renovable con base en objetivos (por ejemplo, minutos disputados) lo peor que puede sucederle es que desperdicie unos 25 millones de dólares de aquí al 2024. Si el Madrid lo pierde por jugar a jalar la cuerda, no se recuperará de esa baja ni con 150 millones.
Tan obvio que es imposible entender la partida de alguien para quien no existen reemplazos. Puesto a construir el equipo del futuro, Florentino no puede permitirse destruir el del presente.
¿Mbappé, Haaland, Upamecano, Camavinga? Todos suenan formidables para que en la siguiente década, como en la anterior, el Madrid reine en Europa. Logren ser adquiridos o no, Sergio Ramos es imprescindible.
Twitter/albertolati