A poco más de un lustro de su inauguración -21 de noviembre de 1964-, el Conjunto Urbano Presidente Adolfo López Mateos, mejor conocido como Unidad Habitacional Nonoalco-Taltelolco o “Tlate”, para sus habitantes, cuenta con una extensión aproximada de 950 mil m2, dividida en tres ‘súper manzanas’ o secciones conectadas entre si, en las que el peatón no se cruza en ningún momento con automóviles, escatalogada como una de las unidades de vivienda más grandes del orbe.
Es el diseño de sus espacios exteriores -con un aproximado del 60%- la joya de la corona a este proyecto mestizo que tiene ideas europeas en su concepción del arquitecto francés Le Corbusier y la mano del mexicano Mario Pani en su ejecución.
Hablar de Taltelolco más que de un hito arquitectónico, es hablar de un parteaguas en el urbanismo latinoamericano, debido al conjunto de ideas europeas del estilo internacional o funcionlista de la posguerra con las necesidades de vivienda en el país en aquella época, compartió para 24 HORAS, Alejandra Rodriguez Hernández, arquitecta paisajista y profesora de tiempo completo en el Instituto de Estudios Superiores de Ixtapaluca.
“En la década en que se planeó y desarrolló este proyecto, Pani pensó en la inclusión de los habitantes de esta nueva ciudad dentro de la ciudad, con el derecho a vivir el espacio público con la integración del espacio abierto (áreas verdes) con el cerrado (habitacional)”, compartió. “Es por eso que las premisas era la inclusión de todos con zonificaciones para casi todos los estratos socioeconómicos”.
Inclusión a través del espacio abierto
Es sabido por estudios psicológicos y de percepción ambiental que las áreas verdes otorgan mejor calidad de vida a los habitantes que viven esos espacios, y el acierto que tuvo esta unidad desde su concepción, fue la de dotar de una gran cantidad de área libre entre edificios, para otorgarle un caracter sociocentrípeto entre el espacio privado y el público.
“Un lugar socio centrípeto es, a diferencia del centrífugo, el que, en vez de expulsar gente, la atrae, es decir, los lugares de convivencia (jardines, parques, plazas) son utilizados por la gente que los vive”, describió la también egresada de la licenciatura en Arq. de paisaje de la UNAM. “
Entre cada edificio se desarrollaron plazas de convivencia con juegos infantiles que han ido cambiando a través del tiempo, según los criterios de las autoridades correspondientes, y esto replicado en las tres secciones con sus respectivos parques como el “de la Pera” o el jardín Santiago, réplica del de San Marcos en Aguascalientes.
Para la también maestra en Reutilizacion del patrimonio edificado, de la UAM, el reto por venir para la manutención de estas áreas verdes radica en la apropiación que hagan de ellas sus propios habitantes, para que haya un vínculo de pertenencia, y por ende de cuidado y protección de las mismas.
A pesar de que es la alcaldía y Servicios Urbanos del gobierno de la ciudad quienes se encargan de su manutención, es responsabilidad de los habitantes de aquel conjunto preservar y cuidar el patrimonio urbano-arquitectónico de la ciudad, puesto que ahora ya no se proyecta vivienda de interés social en conjunto con las áreas verdes.
“Hoy en día la especulación inmobiliaria va más de la mano con el precio de la tierra y la inversión a realizar. Es decir, se deja a un lado la calidad de vida de los usuarios, a menos que se cuente con dinero, como lo son ests conjuntos de lujo rodeados de grandes extensiones de área verde, como son campos de golf, roof gardens o espacios privados”, agregó Alejandra Rodríguez. “La función de la arquitectura de paisaje es dotar de calidad de vida a través de la planeación, diseño y rescate de estos espacios”, finalizó.
ica