Entre perverso y mafioso, así calificaron esta semana a Napoleón Gómez Urrutia, y es que cómo no hacerlo cuando quedó al descubierto el por qué de tanta insistencia e interés en subirse al tema de la eliminación del outsourcing. 

Desde el año pasado, Napito ha tratado de acabar con más de 8 millones de empleos vía la desaparición de este esquema, se encargó de satanizarlo y criminalizó a las empresas que contaban con este tipo de contratación, incluso propuso llevar a la cárcel a los empresarios, un hecho por demás desmedido, característico del senador morenista. 

El punto central y que han señalado tanto actores políticos, empresarios y especialistas, es que Napillo no ha dejado de beneficiarse de manera grotesca del outsourcing: para acabar pronto, ha hecho millones de pesos de este concepto al introducirlo en el sector minero, pues ya no es secreto que cobra una cuota de inicio y una mensualidad por cada trabajador que firma bajo este concepto; dinero que va derechito a su cartera y que no pasa por las arcas del sindicato. 

De hecho, una de las páginas más amargas y dolorosas en la historia laboral de México se escribió de la mano de Napillo: El accidente en la Mina Pasta de Conchos donde murieron 65 mineros. La gran mayoría de estos trabajadores fueron contratados por outsourcing, y como el pseudo líder sindical únicamente estaba interesado en el cobro de mensualidades, nunca exigió ni revisó que las empresas cumplieran con sus compromisos de ley. 

El outsourcing está permitido por la legislación mexicana, incluso es una figura que se utiliza a nivel mundial, sin embargo, el problema de éste es la omisión de autoridades, empresas y sindicatos para hacerlo cumplir y no desproteger al trabajador. 

Tras los intentos de erradicar el outsourcing, aseguran, Napito encontró una nueva ventana para sacar partido de la situación, y es que dicen que ya no piensa en la tajante eliminación, sino que ahora pretende que la supuesta regulación que se espera se haga desde las altas esferas del partido Morena lo favorezca, al permitirle sindicalizar a todo el universo de empleados hoy adscritos a ese esquema, es decir, causalmente, advierten, sería cederle millones de trabajadores para engrosar los números de afiliados a sus organizaciones, hoy en números rojos. 

Mencionan que sería un ganar-ganar, y es que por un lado, Morena en camino a la época electoral contaría con un padrón de sindicalizados afiliados a Napillo, y que evidentemente formarían parte de las fuerzas del partido en el poder, y por otro lado, comentan, este plan permitiría seguir acrecentando el enriquecimiento de la familia Gómez Urrutia mediante el cobro de cuotas sindicales, por cierto, de las más altas en la minería, y también podría seguir extorsionando a mayor número de empresas o bien estallando huelgas a diestra y siniestra a cambio de beneficios económicos. 

Mucho se habla del outsourcing, lo que no hay que olvidar es que está en juego el empleo y el sustento de cerca de 8 millones de familias mexicanas y que una mala decisión podría acabar con su único sustento económico.

Ello justo cuando, aseguran especialistas, México registrará una caída anualizada de 9% del Producto Interno Bruto, siendo ésta la segunda recesión más importante en el último siglo; además, los pronósticos apuntan a una pérdida de un millón de empleos al cierre de este año, por lo que es inmoral que Napito, con tal de tener un beneficio personal, proponga una baja de empleos masiva y con ello intensifique las graves consecuencias económicas por las que atraviesa el país.

 

                                                                                                              @CarlosPavonC