Las campañas políticas de la elección de junio del 2021, serán sui generis por varias razones.

En primera, la realización de las campañas estará supeditada a lo que ocurra con la vacuna contra el Covid-19.

Según los cálculos más optimistas, la vacuna en México estará disponible por ahí de abril o mayo, aunque el canciller Marcelo Ebrard aseguró que podría estar en el país a partir de diciembre.

A lo mejor el canciller tiene otros datos, pero lo que han publicado los laboratorios que desarrollan la vacuna, no será sino hasta el primer trimestre del próximo año cuando terminen los trabajos para garantizar la seguridad y efectividad del tratamiento.

Si las campañas comenzaran mañana, tendrían que ser virtuales o con un número muy reducido de participantes en actos proselitistas.

Claro, a menos que los candidatos, como en Venezuela, “negocien una tregua con el virus’’.

Los partidos políticos parecen no estar muy preocupados por la forma en que deberán hacer campañas, pero deberían estarlo.

Quizá estemos ante el escenario de que por primera vez se realicen de forma virtual; pronto lo sabremos.

El otro tema es el financiamiento y cómo se aplicará en las campañas.

Esta será la primera campaña con los criterios de austeridad dictados desde Palacio Nacional y la primera que sancionará penalmente los delitos electorales cometidos por servidores públicos.
A ver si los gobernadores, los presidentes municipales o los súper delegados se abstienen de intervenir en favor de sus candidatos favoritos; incluso secretarios de Estado que por muy comprometidos con la 4T tienen sus intereses políticos.

Otro tema será la reelección de presidentes municipales y diputados locales y federales.

No se sabe aún cuántos legisladores optarán por la reelección, pero el planteamiento presenta un hándicap en contra de la militancia de todos los partidos.

¿Cómo podrán deshacerse -los partidos políticos- de militantes que han trabajado por la organización y esperaban su turno en la elección del 2021?

Además, los diputados se aprobaron unas reglas de reelección que les permite hacer campaña sin renunciar al escaño -ni al sueldo- siempre y cuando no realicen actos de proselitismo en días de sesión.

Ajá.

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A dos años del gobierno de López Obrador fue presentada su cartilla moral llamada “Guía Ética de la Transformación de México’’.

La Guía contiene consideraciones como “perdonar para liberarte’’ o tomar terapias para dejar de ser corrupto o inmoral.

De hecho, el documento parece una recopilación de mensajes “buena vibra’’ tomados de Tik-Tok o de Twitter, o de algún libro de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

La pregunta es por qué un Gobierno pretende dar clases de moral a una sociedad tan variopinta como la mexicana, cuando su obligación es otra.

Ahora falta que las iglesias se junten para presentar una nueva Constitución Política.

Total, si el Gobierno insiste en darnos el catecismo, en el Senado una legisladora cree que el coronavirus se cura con magia, que más da que la iglesia pretenda gobernar.

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El Senado aprobó la eliminación del fuero para el Presidente de la República y para diputados y senadores.

No es un asunto menor.

En la Legislatura anterior, el PRI se opuso a la desaparición del fuero del Presidente porque, argumentaban sus senadores, el Presidente podría pasarse años defendiéndose de acusaciones como -es un ejemplo-, acoso.

Ahora podrá ser juzgado por corrupción, traición a la patria y todos los delitos por los que un ciudadano común y corriente puede ser llevado ante la justicia.

Lo mismo pasará con diputados y senadores, lo cual sí es un paso importante en contra del influyentismo, la impunidad y la corrupción.

LEG