El PAN aceptó el fin de semana pasado ir en alianza con el PRI y lo que queda del PRD en 158 de los 300 distritos electorales más en algunas gubernaturas de las 15 que estarán en disputa.

Es una alianza de coyuntura, totalmente pragmática, pues los dirigentes de los tres partidos saben que solo así pueden hacer frente a la alianza de Morena con el PES, el Partido del Trabajo y, si no les sigue causando vergüenza, con el Verde Ecologista en algunos estados.

Es evidente que esta alianza, coalición o como quiera llamarle, no deja contentos a los militantes de base, que deberán formarse en la fila si quieren competir por un puesto de elección popular.

Aquí entra la habilidad política de los dirigentes para convencer a la militancia de la importancia y la conveniencia de ir en asociación con el PAN, que ha sido siempre su antagonista, y con el PRD con el que existe cierta afinidad política.

Las coaliciones no funcionan si los militantes no participan; el PRI presumía de tener la más grande organización en el país… Hasta que lo desplazó Morena en el 2018.

Volver a reactivar a todos los comités distritales y luego a los locales, será una tarea mayor y que debió iniciarse en el 2018.

En el PAN sucede lo mismo.

Tiene que haber un ejercicio casi de hipnotismo para la rancia militancia del blanquiazul acepte sin chistar ir en coalición con el priismo, al que siempre miraron por encima del hombro.

El PRD, con Jesús Zambrano en la presidencia, le apuesta sobre todo a las divisiones que habrá en Morena.

Es el perredismo el que más perdió con la llegada de Morena al poder; un gran porcentaje de su militancia migró al nuevo partido en la búsqueda de posiciones de poder, pero el pastel no alcanzó para todos y no alcanzará tampoco en la próxima elección.

Habrá pleito, como lo hubo en el PRD irremediablemente en todas las elecciones y es ahí donde lo que queda del partido del sol azteca irá a la pesca.

La apuesta también es por las candidaturas de no militantes, pero hasta ahora no se ve a personalidades disputándose el honor de pelear una diputación bajo las siglas de la coalición.

A ver.

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El ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, convalece de un segundo derrame cerebral ocurrido en el mes de febrero, pero ayer fue tendencia en Twitter debido a una publicación del periódico El País que lo involucra con personajes ligados al narcotráfico.

Según la publicación, Herrera fue investigado desde el inicio de su gestión como cónsul en Barcelona, entre los años 2015 y 2017, cuando tuvo que regresar a México para defenderse de acusaciones sobre corrupción.

La última vez que Herrera fue visto en público fue el día de la votación de 2018, cuando en silla de ruedas pretendió votar primero y la gente que estaba en la fila, después de reconocerlo, prácticamente lo corrió de la casilla.

No se pronunció sobre la publicación, entendemos que por su condición física, pero su hijo, que fue diputado por el Verde la legislatura pasada, podrá ser el vocero del ex gobernador, doblemente caído en desgracia.

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Por más que los partidarios de la 4T negaban el hecho de que Pemex otorgó a la prima del presidente López Obrador, Felipa Obrador Olán, contratos por 365 millones de pesos en dos años, Pemex terminó confirmando la noticia.

La empresa explicó que Obrador Olán quedó fuera de una licitación luego de comprobar el parentesco, pero participó en otras tres y ahora investigan quien fue el ciego, digo, el funcionario que ignoró la ley y una orden presidencial.

A lo mejor necesitan lupa.