La semana pasada el mundo recibió una gran noticia al conocer que la Agencia Reguladora de medicamentos de Reino Unido, hizo una autorización de emergencia a la vacuna contra Covid-19 del laboratorio Pfizer; sin embargo, la pandemia, no baja.
Es más, en México estamos rebasando niveles que no habíamos alcanzado ni en las semanas de julio y agosto, consideradas como las de mayor contagio y hospitalización, lo que ha orillado al presidente, Andrés Manuel López Obrador, a hacer un llamado a los mexicanos a quedarse en casa.
La corresponsabilidad de atender los llamados y el cuidado, es de todos. Y se vive de forma diferente.
Hay millones de mexicanos que no pueden quedarse en casa, viven al día; algunos que apenas estaban retomando su actividad económica en servicios y comercios, han preferido mantener sus micro y pequeños negocios abiertos, a pesar del riesgo que corren de volver a quedarse en casa, con el temor de declarase en quiebra.
Hay, a quienes les gusta festejar y convivir con familiares y amigos, a pesar del riesgo, todo bajo el amparo de las autoridades locales, quienes también relajaron los operativos de disuasión de reuniones o fiestas con más de 10 personas; así como la vigilancia en mercados, centros comerciales, o lugares públicos, para observar que se cumplan los cupos señalados y las medidas preventivas.
Sin embargo existe un llamado y una responsabilidad mayor que ha sido ignorada, incluso, por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a pesar de las recomendaciones que ha hecho la Organización Mundial de la Salud: usar el cubrebocas de manera correcta, como una herramienta indispensable para evitar la propagación del coronavirus, sobre todo con personas que al ser asintomáticas, pueden andar por la calle contagiando, sin darse cuenta.
Pero ese llamado no llegará, al menos no de la máxima autoridad del país, a quien parece que le gana el orgullo, la soberbia o un complejo mayor de sentirse amordazado, antes que reconocer que se equivocó y que las mascarillas sí sirven.
Mientras tanto, 10 estados del país están en riesgo de alcanzar el número máximo de ocupación hospitalaria, entre ellas la Ciudad de México, donde existe un semáforo de riesgo color naranja, pero operando en verde.
Y en Pregunta Sin Ofensa:
Que buenos empresarios resultaron los familiares del presidente López Obrador, su hermano Pío es bueno recaudando aportaciones para el movimiento y su prima, Felipa, tiene contratos por cientos de millones de pesos con Pemex ¿Será que las escaleras no se barren de arriba para abajo?