Los Rayados del Monterrey han anunciado con bombo y platillo la contratación de Javier Aguirre como su próximo director técnico, logrando sin duda lo que es una auténtica “bomba” en el medio futbolístico.

Javier regresa a su país después de 19 años y por muchos motivos es importante y bueno para el futbol mexicano porque sin duda alguna es el entrenador mexicano más reconocido en todo el mundo, luego de lograr dirigir en Europa, África y Asia, equipos de renombre como el Atlético de Madrid y selecciones nacionales como Japón y Egipto, además de dos Copas del Mundo con el Tricolor mexicano.

Tengo el gusto de conocer al Vasco desde la década de los ochenta, cuando arrancó su carrera como futbolistas profesional, pudimos compartir en diferentes ambientes y era un joven con una mentalidad ganadora, que nunca dejó de hacer un esfuerzo en la cancha, al que siempre le gustaron los retos y siempre estuvo dispuesto a ponerse al frente del grupo. 

Su carrera está llena de aventuras y aprendizajes, el América, equipo donde inicia su desarrollo profesional lo manda a Estados Unidos a jugar en el Azteca de los Ángeles dirigido por el gran Rinus Michel, genio de la naranja mecánica holandesa, teniendo a Cruyff como compañero.

Inició como centro delantero, sin ser muy dotado técnicamente, su entrega y capacidad física, así como su buena lectura de juego le da un sitio en las águilas donde es campeón y anota un tanto en aquella final contra Guadalajara. 

Ahí ya empezaba a realizar labores de volante, luego jugaría de contención y hasta de defensa central, porque su visión lo fue acomodando donde más podía ayudar tácticamente a los equipos. 

Jugó el Mundial de 1986 como titular como mediocampista todo terreno, metía la pierna fuerte, gustaba de hablar con los árbitros y exigir al compañero el máximo esfuerzo, pero además siempre con la broma y ganas de hacer buen grupo.

Hay un detalle que lo marca en su carrera, la salida del América a días de ser campeón, algo que le molesta mucho, en aquel cambio con Atlante por Gonzalo Farfán, de donde pasa al Osasuna, precisamente a su regreso, luego de una fractura que corta su buena carrera donde fue titular en el fútbol español ocurre que regresa con Guadalajara, a pesar que las Águilas le ofrecen un muy buen contrato.

Luego fue Pachuca su casa, donde ya como técnico logra ser campeón, cuando lo habían contratado para salir de los últimos lugares y logra el título, pero la gran relación con Jesús Martínez es algo que también marca su carrera. 

Hombre de riesgos Javier los ha buscado por todas partes, dirigiendo en España, curiosamente casi siempre para rescatar equipos con problemas de media tabla para abajo, así fue en Osasuna, Zaragoza, Atlético de Madrid y Leganés logrando que los madrileños y los rojillos llegarán a competencias europeas. 

Con la Selección, lo mismo rescatando momentos muy difíciles, siempre contra corriente, siempre con el reto por adelante y la mayoría de las veces logrando salir adelante, pero también con golpes y experiencias muy fuertes.

Al ser hombre de retos Javier, toma ahora uno diferente, porque nunca había llegado a un equipo planeado para ser campeón, con un plantel de estrellas y donde el objetivo no es una salvación, es un título, son triunfos con toda la infraestructura para ello.

También llama la atención que teniendo ofertas y muy buenas de parte de América y Pachuca, varias veces ha dicho que no, incluso en varias platicas siempre defendió la idea de regresar un día, pero como directivo, no de técnico, sin embargo, finalmente lo convencieron y regresa a una nueva aventura, lejos de sus orígenes o de su arraigo familiar. 

Ahora sólo el tiempo nos dirá si fue una buena o mala decisión el Monterrey, el nuevo reto de Javier Aguirre.

 

                                                                                                            @raulsarmiento