Pueden cada mañana desde la tribuna de Palacio Nacional decirnos que vamos requetebién, que la pandemia ya se superó, que la economía crece en forma de “V” y lo que le quiera agregar el Presidente.
Habrá todavía muchos que le crean sin cuestionar una sola de sus declaraciones. Ese será el premio a la extraordinaria labor de propaganda que ha montado la 4T para mantener clientelas fieles.
Pero quien tenga un poco de información objetiva sabrá que la mayor parte de esas consideraciones presidenciales no empatan con la realidad.
Y esas personas que tienen clara la falsedad de las declaraciones lo saben porque tienen acceso a datos, a información confiable que les permite distinguir la propaganda de la información.
Pero, ¿qué pasaría si esas fuentes de información confiable se tuercen al mismo ritmo que les marque la propaganda oficial?
En el caso de los datos de la Secretaría de Salud sobre la pandemia, hay la certeza de que hay muchos más contagios de los oficialmente aceptados y muchas más muertes de las que reporta cada tarde el tan poco confiable Hugo López-Gatell.
Con la economía, la contundencia de las cifras desarma el triunfalismo presidencial. Cuando Andrés Manuel López Obrador asegura que hay una recuperación de la economía en forma de “V” y nos asomamos a los datos económicos del Inegi, descubrimos con facilidad que no es correcto ese pronóstico.
El gran valor que tienen en este momento en México la existencia de organismos autónomos que hacen valer su condición de independientes, con la información, en el caso del Inegi y con las decisiones y los datos en el caso del Banco de México.
Sin la autonomía, la información del Inegi sería como la de López-Gatell, acomodada a los intereses del discurso mañanero.
Un Inegi sin autonomía seguro que cumpliría en sus reportes de la información del comportamiento económico con la ilusión presidencial de un rebote del tamaño de la caída en poco tiempo.
Si se mantiene la confianza financiera en la economía mexicana es precisamente por ese manejo independiente de la información. Aunque el costo es desmentir con datos duros el optimismo de la 4T.
Por eso, siempre será una tentación para los regímenes que buscan el control absoluto, el tener acceso a la calidad de la información y una forma de lograrlo es metiendo mano a las leyes y otra es con el nombramiento de sus directivos.
El Congreso en México, con su composición actual, es una simple caja de resonancia de la voluntad presidencial.
Hoy, el Banco de México es víctima de una intromisión desde el Senado con una iniciativa de Ley de Morena que puede vulnerar la confiabilidad internacional del banco central. Si hacen quedar mal al Banxico pueden tener el pretexto social perfecto para tomar el control.
Y el Inegi tiene en puerta la llegada de una incondicional del Presidente. Eso no convierte a Graciela Márquez en un Caballo de Trolla de la 4T para el organismo autónomo encargado de la veracidad y la calidad de la información estadística del país, pero su nombramiento por encima de otros especialistas con mejores credenciales sí hace de ese movimiento un riesgo.
@campossuarez