Mantener la sana distancia y reducir el aforo son los argumentos que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha puesto para realizar de forma presencial Las Mañaneras en plena epidemia de Covid-19; sin embargo, quizá fue el relajado protocolo que existe dentro de Palacio Nacional el que le abrió la puerta a ese virus “traicionero” (como lo calificó el Presidente), que en junio andaba rondando pero hasta diciembre decidió instalarse, y lo hizo en la sala de prensa.
No habría que culpar a Covid por llegar ahí, pues el sitio donde los reporteros procesan la “baraja” de notas que sale de La Mañanera, por su escasa ventilación, resulta térmico y acogedor en esta temporada casi invernal, incluso las sillas y sillones son cómodos, y eso hasta el gatito Zeus -que habita en Palacio- lo sabe.
El 9 de diciembre, personal de Comunicación Social de la Presidencia informó que el jueves se aplicarían pruebas a partir de las 5:30 horas como forma preventiva, dado que un reportero resultó positivo asintomático.
La madrugada del 10 de diciembre, los reporteros ingresaron antes a Palacio, pues el horario de acceso es a las 6:00. A las 5:45, la fila ya era larga para pasar con el personal médico de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México, que aplicó alrededor de 80 pruebas rápidas.
Caras de preocupación, nervios y hasta paranoia expresada en la frase “tengo Covid, tengo Covid (previo a someterse al aprueba)” fueron las impresiones observadas bajo la penumbra que hace la madrugada en el Patio Mariano.
De 80 pruebas, todos los reporteros y personal de logística salieron negativos… pero dado que no se avisó a todos y hubo quienes, de forma voluntaria, se hicieron la prueba en otro lado, el resultado cambió para el domingo 12, pues se notificó que hubo una persona que dio positivo, y por ende quienes convivieron con la misma no tendrían que ir a La Mañanera durante esta semana. El pasado lunes, se supo de un caso más.
Aunque en La Mañanera no se rebasa el aforo de 50 personas, se desinfectan micrófonos y diariamente se toma temperatura y proporciona gel, así como se respeta la sana distancia en la sala de prensa, el uso de cubrebocas no es obligatorio en ningún espacio abierto o cerrado de Palacio, y no hay restricciones de acceso si alguien denota síntomas como tos.
Hasta en la higiene se distingue a los reporteros, pues los que sí ejercen la profesión y no son sólo usuarios de redes sociales, extreman medidas de precaución al grado de rociarse alcohol. En tanto, los otros desconocen el cubrebocas y no falta el que se suena los mocos y luego toca la pluma con la que firman todos, la hoja de acceso.
Lo cierto es que Covid no distingue profesión, ni actitudes, es un virus que puede venir de donde sea, pasar desapercibido y quedarse en silencio al menos durante 14 días.
EAM